viernes, 9 de noviembre de 2018

La ciudad de la Esperanza

Publicado en la web ElCostal.org


¿Qué es la ciudad? Por definición es una población donde se asienta y habitan personas que desarrollan una actividad principalmente industrial y comercial. Está compuesta por un conjunto de edificaciones e instalaciones que están principalmente orientadas hacia este fin, y que dan a cada urbe una imagen y personalidad propias que hace que cada una de ellas sea diferente, con su propia identidad, carácter, clima, su geografía, sus propias costumbres que se han ido configurando a lo largo de su historia. Es esta historia de la ciudad, su evolución, como han variado sus edificaciones en el transcurso de los años por los distintos avances científicos del hombre lo que, no solo le confiere su propia imagen e identidad, sino que influye en sus habitantes condicionando su formación, sus sentimientos, su forma de ser, porque no somos meros observadores de ella, sino parte activa en su evolución, y a la vez esta evolución de la urbe moldea nuestra forma de ser como integrantes de la misma.

Muchos son los puntos de vista desde los que se puede ver la ciudad, siempre según sea la perspectiva de quien la observe: periodistas, arquitectos, artistas, docentes, discentes, políticos, religiosos, meros trabajadores, comerciantes, políticos, turistas,…. Y Vd., amigo lector, ¿cómo la ve? La realidad es que la ciudad es la suma de todos ellos y una proyección de los sentimientos de cada uno de sus habitantes que, apoyados en las singularidades de la urbe antes mencionadas, la hacen suya identificando ambas personalidades. Una vez imbricados ciudad y ciudadano y el todo que conforman, podemos ver como sus peculiares características dotan a cada ciudad de una identidad única que las distingue de las demás. París es conocida como la ciudad de la luz, bien porque fue la primera ciudad con alumbrado público en el siglo XVII, bien porque entre Luis XV y la revolución francesa fue la capital mundial de la filosofía, cultura y pensamiento en lo que fue el siglo de las luces, o bien porque simplemente la luz del sol tiene otra dimensión cuando simplemente paseamos por ella. Venecia es la ciudad del amor por el romanticismo que tiene dar un paseo por sus calles ni que decir tiene de pasear en góndola por sus canales,… Pues Sevilla es la ciudad de la Esperanza…

Sevilla es la Ciudad de la Esperanza porque toda su geografía urbana está marcada con esta singular Advocación de la Virgen María a través de la cual cada uno manifestamos nuestro amor por la Madre del Señor con diferentes matices, porque una misma Esperanza tiene hasta cinco diferentes manifestaciones: es Fuente de Gracia en calle Recaredo; Pura Rosa Trinitaria y Auxilio de los Cristianos en la Trinidad; en San Martín es la Divina Enfermera que cura nuestras almas; es el Oficio Divino en la calle Castilla; en el Arco es la Cara con reflejos de “mariquilla”; y en la calle Larga…

Porque en la calle con el nombre más bonito para que viva la Virgen María: Pureza, tenemos la constatación que Cristo es Dios omnipotente y bondadoso que nunca falla a sus promesas, porque todo aquel que hubiere invocado a Dios nunca ha sido despreciado por El. Porque la Esperanza es esa virtud teologal por la que deseamos a Dios como bien supremo. La Virgen de la Esperanza nos trae en su nombre el más grande compendio del amor de Dios, unido a su maternidad divina y su pureza inmaculada, y es, por esto, el salvavidas al que se aferran todos sus devotos, y por esto en la culminación del Año Jubilar de la Esperanza, concedido por la Penitenciaria Apostólica de la Santa Sede con motivo del sexto centenario del origen de la advocación de la Esperanza, que es a su vez el origen de la fundación de la Hermandad, la eclosión de júbilo de su barrio y de la ciudad entera no tiene parangón. 

Con vuestro permiso y como ejemplo de devoción a la Esperanza quiero tener presente a  Francisco. Aunque no vive en la ciudad, gran parte de su familia si procede de aquí, enraizada en sus costumbres y tradiciones. La otra parte de su familia no es de la ciudad, aunque también la conoce, valora y la disfruta. Francisco es cofrade de cuna, persona de iglesia y cofrade convencido y activo, hermano de nacimiento de la cofradía familiar de su localidad natal. En sus doce años de vida, desde que tuvo uso de razón tuvo muy claro que su devoción era la Esperanza, pero ésta en la que su propio Hijo nos dice cada día que no importa las veces que podamos caer, teniendo confianza en Dios y amor de su Madre todo es posible. Son varias las formas por las que llegamos a ser hermanos de una cofradía, la familia, los amigos, el barrio, y el sentimiento… La primera madrugada que su corta edad le permitió aguantar el sueño y ver a la Esperanza en la calle le marcó definitivamente, si casi desde la cuna su identidad cofrade estaba junto a Ella, contemplarla en su triunfal procesión de cada madrugada le hizo tomar la decisión: tenía que formar parte de sus filas… El jueves vio cumplido su sueño. Con su cirio, para alumbrar el camino de la Señora, fue parte de su cortejo y solo hay que ver su cara para comprobar cuál es el rostro de la felicidad, de la ilusión hecha realidad. Como el rostro de Francisco el de todo su barrio, el de toda Sevilla, el de todos sus devotos, explosión de gozo, alborozo, alegría, felicidad, júbilo, entusiasmo, y sobre todo amor y cariño para quien es Reina, Madre y Capitana, dulcísima Esperanza.

Por esto Sevilla, es la Ciudad de la Esperanza…

No hay comentarios:

Publicar un comentario