domingo, 14 de julio de 2019

El olor de los jueves

Tras un año complejo y plagado de multiples ocupaciones nos reencontramos, querido lector, en este pequeño rincon en que te hago participe de algunos pensamientos realizados en voz alta, vivencias del pasado cercano o mas lejano y de algunos sentimientos compartidos, y aunque a traves de tuiter hemos mantenido el contacto en “titulares”, tengo el firme proposito de no demorarme tanto en el futuro.

En estos titulares compartidos a traves de trinos y gorjeos habrás podido comprobar como cada uno de los días de la semana guarda una especial significación, que si bien no es la única que podamos tener, de alguna manera es la que da sentido y marca el devenir y el recuerdo último de cada jornada  y que es compartido con mis hermanos y amigos: así los lunes lejos de ser un día “aciago” o triste por ser la vuelta al trabajo y de la semana, es un día para disfrutar, los viernes son en honra veneración y gloria del Dulcísimo Jesús Nazareno, los miercoles son del Rey de reyes, los sabados llevamos flores a las Tristezas de María, los martes son  de Buena Muerte y los jueves solo huelen a azahar…

 
Y ¿por qué los jueves huelen a azahar?   Como todos sabemos es la flor que tradicionalmente exorma el paso de palio de María Stma. de la Concepción en la madrugada de cada viernes santo y que despues se reparte entre los asistentes a la misa de Pascua de Resurrección y que por este motivo en la hermandad llamamos la “misa del azahar”. Dicho exorno se pone en el paso en la tarde noche del miercoles santo para que el Jueves que reluce mas que el sol,  de su brillo y aroma a la Llena de Gracia. Cada año la climatología condiciona el estado de esta flor, así hay años que aun casi no ha salido el azahar si ha sido frio, o bien ya se ha pasado si es semana santa tardía o excesimamente calurosa. Tambien hay años que el tiempo “juega en casa” y nos regala un azahar esplendido, radiante y aromático. Esto sucedio hará unos 25 años una semana santa radiente y primaveral con un azahar perfecto que cuando nos acercabamos a San Antón desde la Plaza del Duque ya nos anunciaba con su perfume exquisito y delicado que esa noche María volvería a derramar su Pureza Inmaculada por la ciudad.

Este imborrable recuerdo hace que la memoria nos evoque su perfume cuando entramos en la antigua calle de las armas cada Jueves Santo, aún cuando sea un año de climatología adversa para esta flor, y que también trascienda a todos los restantes jueves del año haciendo que en mi “pueblo” siempre huela a azahar.

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