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Que
la ciudad marca sus propios tiempos es un hecho cierto y constatable, pues
asume y da forma propia a las distintas celebraciones que en ella tienen lugar
adaptándola a su propio calendario, asumiéndolas de tal manera que adquieren
una identidad propia. Una parte fundamental de esto lo conforma la
especialísima relación de la ciudad y sus habitantes con las Imágenes de su
devoción. Desde siglos pasados, allí donde no llegaban ni los escritos ni la
cultura, dichas Imágenes sagradas eran la vía para transmitir ese mensaje constituyendo
la forma en la que las hermandades y la propia Iglesia hablan al pueblo,
siguiendo el espíritu de Trento.
Foto @TSFotografias_ |
La
Macarena de luto supone la sublimación estética de la pena y la plasmación
visual que no hay dolor comparable a su dolor. La Macarena de luto es la Virgen
de los Dolores a la que cantaba el Padre Cué antes que Sevilla le gritase su
piropo de amor: “olé las mujeres bonitas…”
Y así esa sonrisa, fruto de ese lírico piropo y que le entrecorta el llanto por
ver a su hijo injustamente sentenciado, es la que da forma a este “adviento
sevillano” que es el mes de noviembre.
Este
particular inicio del adviento lo tenía muy claro D. José, un anciano sacerdote
de boina y sotana raída, que siempre entre bromas con la juventud nos dejaba su
amor a Cristo y a la Eucaristía. A pesar de tener su devoción mariana
particular en la parroquia donde muchos años desempeño su ministerio
sacerdotal, cada noviembre nos pedía a algún joven que tuviera vehículo que por
favor le llevase a la Basílica, pues sus piernas ya no le permitían ir andando
ni tan siquiera montar en autobús, aparte que gustaba de ir acompañado a tan
especial visita. Lo mejor de la misma era la felicidad que transmitía su cara
al salir, porque tenía muy claro que rezar ante la Macarena vestida de negro es
el anuncio cierto de la alegría del nacimiento del Hijo de Dios.
Porque
para el calendario de la ciudad ver a la Macarena de luto nos dice que estamos
en el tiempo de la espera, que aunque litúrgicamente adviento es en diciembre,
en Sevilla se adelanta porque a la alegría del nacimiento del Niño Jesús le
anticipamos el júbilo de celebrar a su Madre como la que está tan Llena de
Gracia que no ha lugar en ella para el pecado ni siquiera el original, y ante
quien el adviento se vuelve admiración porque es quien nos colma de lo que
nunca debe faltarnos: la Esperanza.
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