lunes, 13 de noviembre de 2017

Adviento Sevillano

Publicado en la web LaVenia.xyz


Que la ciudad marca sus propios tiempos es un hecho cierto y constatable, pues asume y da forma propia a las distintas celebraciones que en ella tienen lugar adaptándola a su propio calendario, asumiéndolas de tal manera que adquieren una identidad propia. Una parte fundamental de esto lo conforma la especialísima relación de la ciudad y sus habitantes con las Imágenes de su devoción. Desde siglos pasados, allí donde no llegaban ni los escritos ni la cultura, dichas Imágenes sagradas eran la vía para transmitir ese mensaje constituyendo la forma en la que las hermandades y la propia Iglesia hablan al pueblo, siguiendo el espíritu de Trento.

Foto @TSFotografias_
Centrándonos en la Imágenes de la Virgen, es costumbre vestirlas de forma distinta según la época del año y en noviembre, por la celebración de los fieles difuntos es tradicional vestirlas de luto. Hoy día las redes sociales y los medios de comunicación nos ofrecen multitud de galerías con las distintas dolorosas bellamente vestidas en este tiempo de recuerdo a los que ya partieron a la casa del Padre, pero de entre todas hay una que indubitablemente marca este noviembre, la Virgen de la Esperanza.

La Macarena de luto supone la sublimación estética de la pena y la plasmación visual que no hay dolor comparable a su dolor. La Macarena de luto es la Virgen de los Dolores a la que cantaba el Padre Cué antes que Sevilla le gritase su piropo de amor: “olé las mujeres bonitas…” Y así esa sonrisa, fruto de ese lírico piropo y que le entrecorta el llanto por ver a su hijo injustamente sentenciado, es la que da forma a este “adviento sevillano” que es el mes de noviembre.

Este particular inicio del adviento lo tenía muy claro D. José, un anciano sacerdote de boina y sotana raída, que siempre entre bromas con la juventud nos dejaba su amor a Cristo y a la Eucaristía. A pesar de tener su devoción mariana particular en la parroquia donde muchos años desempeño su ministerio sacerdotal, cada noviembre nos pedía a algún joven que tuviera vehículo que por favor le llevase a la Basílica, pues sus piernas ya no le permitían ir andando ni tan siquiera montar en autobús, aparte que gustaba de ir acompañado a tan especial visita. Lo mejor de la misma era la felicidad que transmitía su cara al salir, porque tenía muy claro que rezar ante la Macarena vestida de negro es el anuncio cierto de la alegría del nacimiento del Hijo de Dios.

Porque para el calendario de la ciudad ver a la Macarena de luto nos dice que estamos en el tiempo de la espera, que aunque litúrgicamente adviento es en diciembre, en Sevilla se adelanta porque a la alegría del nacimiento del Niño Jesús le anticipamos el júbilo de celebrar a su Madre como la que está tan Llena de Gracia que no ha lugar en ella para el pecado ni siquiera el original, y ante quien el adviento se vuelve admiración porque es quien nos colma de lo que nunca debe faltarnos: la Esperanza.

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