lunes, 30 de diciembre de 2019

Año nuevo: Dulce Nombre de Jesús


Como una espiral sin fin, un año termina y otro nuevo se abre ante nuestros ojos donde volver a vivir las diferentes estaciones, momentos y fiestas en ese ciclo sin fin que es la vida, y que año a año se nos muestra, siempre igual pero siempre diferente, en base a las lecciones aprendidas, a la experiencia acumulada y las diferentes tareas que nos toquen realizar.

Aunque cada año sea distinto, empezamos el año conmemorando, como no puede ser de otra forma, a Jesús y a María. María como Madre de Dios y Madre nuestra que celebramos desde el año 431 (la fiesta mariana más antigua que celebra la iglesia católica), en que por ser madre de Jesús, y Jesús ser Dios –segunda persona de la Trinidad- hecho hombre, merece por tanto dicho título. Por añadidura en su Sí a Gabriel –Sí a Dios- se hizo madre de toda la cristiandad.

Comenzamos el año venerando el Santísimo Nombre de Jesús al celebrar el quinario de Jesús del Gran Poder, quien es el Alfa y Omega del hombre y de la ciudad.

Pero el primero de año (día 3 según la nueva liturgia) se celebra la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, nombre que le fue impuesto en su circuncisión –primera sangre derramada por Jesús en su vida mortal- y que significa Salvador, pues viene a salvarnos y librarnos de nuestros pecados, nombre al que debemos grandísima reverencia por representarnos al divino Redentor que nos reconcilió con Dios y nos alcanzó la vida eterna.

Y el inicio del año se nos presenta en la veneración del Santísimo Nombre de Jesús al celebrar el quinario de Jesús del Gran Poder, quien es el Alfa y Omega del hombre y de la ciudad, principio en su nacimiento y manifestación de su Gran Poder –Rey a quien reyes adoran- y final en su caminar al calvario, cargado con la cruz de nuestros pecados, donde romperá el lazo de nuestros pecados que al hombre oprimió. Celebraremos el santísimo nombre del Dios Fuerte que marcha al calvario a retar a la muerte a lucha mortal para confortarnos, pobres pecadores, con su Pasión. Celebraremos al Señor Santo que manda en los cielos y en la tierra, que tendrá compasión de nuestras culpas enviándonos su Misericordia desde San Vicente. Celebraremos a Jesús de las Penas que, ayudado por Simón de Cirene, va camino de su glorificación en la cruz, donde nos entregará su cuerpo en sacrificio para que todos participemos, con Él, de la redención. Celebraremos a Jesús Nazareno que con su pesada cruz, que nos muestra en la más sevillana exaltación del árbol sacrosanto, nos hace memoria de todos los sufrimientos padecidos por nuestro amor. Celebraremos a Jesús a quien, agobiado por el peso de la cruz, se le inflamaron  rosas de amargura que tornaron la sangre en lirios en sus caídas de salvación. Y así le seguiremos celebrando…

Así y a modo de jaculatoria, bendiciendo siempre el Dulcísimo nombre de Jesús Nazareno, terminaremos nuestros cultos diciendo: “Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz has redimido al mundo”.

Porque en el principio del año nuevo celebramos el Dulcísimo Nombre de Jesús, como es tradición decir en estas latitudes, recordando en cada uno de los cultos que celebran nuestras hermandades en estos días en torno a Jesús cargado bajo el peso de la cruz, que Cristo quiso ser por todos obediente hasta la muerte y no una muerte cualquiera, sino una muerte de Cruz, por la que nos consiguió, pobres pecadores, la gloria eterna y la salvación del mundo. Así y a modo de jaculatoria, bendiciendo siempre el Dulcísimo nombre de Jesús Nazareno, terminaremos nuestros cultos diciendo: “Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz has redimido al mundo”.



lunes, 23 de diciembre de 2019

Feliz Navidad


Porque quienes somos personas de cofradías no podemos perder de vista que éstas son parte de la iglesia por cuanto su principal fin es dar culto público a Jesús y no podemos menos de celebrarle en el segundo día más importante del año para los cristianos.


Cada año cuando llegan estas fechas me gusta traer alguna pequeña reflexión que sirva para felicitaros a todos los que tenéis la paciencia y la cortesía de visitar este rinconcito de internet que comparto con vosotros. Pensando cual sería la mejor manera de hacerlo este 2019 que estamos a punto de acabar, como casi siempre suele pasar, la opción más fácil y sencilla es la mejor, por eso simplemente te digo Feliz Navidad.


Y es que llevamos un tiempo que nos dejamos llevar por la economía del lenguaje y aprovechando las distintas celebraciones de esta época del año solemos generalizar con un Felices Fiestas, que si bien por una parte no es incorrecto del todo su uso, parece que quitáramos protagonismo a lo que es centro de lo que conmemoramos en estos días de fiesta y encuentros de familias y amigos. Porque quienes somos personas de cofradías no podemos perder de vista que éstas son parte de la iglesia por cuanto su principal fin es dar culto público a Jesús en alguno de los misterios de su pasión, por tanto no podemos menos de celebrarle en el segundo día más importante del año para los cristianos como es el de su venida al mundo como hombre.





Porque en esta sociedad actual en que las muñecas de famosa ya no se dirigen al portal porque mi padre es un elfo, cobran más valor las imágenes de los Niños de Dios colgadas de nuestras ventanas y los nacimientos que montamos en nuestras casas.

Porque en esta sociedad actual en que las muñecas de famosa ya no se dirigen al portal porque mi padre es un elfo, cobran más valor las imágenes de los Niños de Dios colgadas de nuestras ventanas y los nacimientos, o simplemente los “misterios”, que montamos en nuestras casas, pues son la muestra de lo que es importante celebrar para nosotros en estos días en que aprovechamos para manifestar nuestro cariño a familiares y amigos con quienes compartimos estos entrañables momentos y a la vez con aquellos seres queridos que ya no los tenemos físicamente y que gracias a nuestro recuerdo permanecen siempre con nosotros.

Por ésto: por los que son, los que están y los que se fueron; por los que tienen y los que no; por los que creen, los que creerán y los que no lo harán; por quienes viven bien y los que sufren penurias, guerras y otras calamidades; por quienes están con los suyos y por los que no tienen con quien estar; por lo que esté en nuestra mano para ayudar a quien lo necesite y por hacer felices a los que nos rodean. Por todo aquello que nos dejó en su años entre nosotros aquél, cuyo nacimiento recordamos cada nochebuena y cuyo mensaje aún perdura después de más de dos mil años, simplemente -que no es poco- te deseo FELIZ NAVIDAD.

domingo, 15 de diciembre de 2019

El primero de su nombre.


Así como Tomás de Aquino, en la “Suma”, nos ofrece cinco vías o caminos para demostrar la existencia de Dios, cinco pueden ser las formas diferentes como un hermano puede llegar a su hermandad: vinculación de familia, barrio, amistades, por una buena acogida o solo por su devoción.

“Daenerys de la Tormenta de la Casa Targaryen, La Primera de su Nombre, Reina de Meereen, Reina de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señora de los Siete Reinos, Khaleesi del Gran Mar de Hierba, La que no Arde, Protectora del Reino, Rompedora de Cadenas, Madre de Dragones.” Para muchos de nosotros este principio resulta muy familiar, pues son los títulos de presentación de un personaje de la muy famosa serie “Juego de tronos”, superproducción que tiene varios de sus escenarios en nuestra ciudad. Desde la primera vez que escuché estas credenciales me llamó mucho la atención el primero de sus títulos: “La primera de su nombre…”, refiriéndose, como no, a la costumbre de llamar a los reyes y papas no solo por su nombre de gobernante -rey o pontífice- sino, en el caso en que hayan existido otros anteriores con el mismo nombre, le sucede un número ordinal que se refiere al lugar que ocupa dicho rey o papa en la historia, así en la nuestra reciente nuestro actual Rey Emérito en nuestro recuerdo siempre es Juan Carlos I (el primero de su nombre).

Viene esto a colación de la reflexión que publicaba días atrás sobre la importancia de la familia en la hermandad: como vinculación, como institución que aporta nuevos hermanos y, como no, con la responsabilidad de la hermandad de ser un instrumento más de apoyo y cuidado a ésta institución fundamental de nuestra vida afectiva y familiar. El motivo de  la reflexión de hoy no son las familias, sino aquellos otros hermanos que llegan a la hermandad individualmente sin tener una relación previa de linaje o parentesco, siendo por tanto los primeros de su nombre que se integran en la nómina de la corporación. Así como Tomás de Aquino, en la “Suma”, nos ofrece cinco vías o caminos para demostrar la existencia de Dios, cinco pueden ser las formas diferentes como un hermano puede llegar a su hermandad: vinculación de familia, barrio, amistades, por una buena acogida o solo por su devoción.



Cada uno, en su haber, sabrá la forma en como ha llegado a su hermandad o hermandades de las que sea miembro. En mi caso la tengo tanto por vinculación familiar como por devoción, siendo ésta última a la que llamo “mi hermandad” y donde tiene lugar mi vida cofrade. Es la hermandad donde conocí a mis amigos que hoy son el círculo íntimo de mi vida cotidiana. Es también donde conocí a mi mujer quien, a su vez, llegó a la misma en esa casualidad de ir acompañando a unos amigos que eran hermanos y, por una buena acogida, no sólo la hizo centro de su vida devocional, sino que en su seno formamos nuestra familia; nacieron y se criaron nuestras hijas, quienes veían en la casa hermandad una prolongación de la suya propia y hoy son parte integrante y activa de la corporación. Fuimos los primeros de nuestro nombre, y así como sucedió con nosotros, otros muchos tienen su historia parecida.

En cualquier caso, con o sin familia que establezca su linaje, hay que reconocerles el mérito de ser pieza activa de la vida de la hermandad, conocedores de su historia, tradiciones y costumbres como el más antiguo de la nómina, siendo además los más dispuestos y activos en las tareas de gobierno de la corporación y en el servicio hacia los demás hermanos.

Pero no solo estamos los primeros de nuestro nombre, también están los que hasta el momento son los primeros y “únicos” de su nombre pues, o bien no han formado familia, o por circunstancias dicha nueva familia no se ha asentado como tal en la hermandad. En cualquier caso, con o sin familia que establezca su linaje, hay que reconocerles el mérito de ser pieza activa de la vida de la hermandad, conocedores de su historia, tradiciones y costumbres como el más antiguo de la nómina, siendo además, en la mayoría de los casos, los más dispuestos y activos en las tareas de gobierno de la corporación y en el servicio hacia los demás hermanos. Si decíamos que era tarea necesaria de la hermandad cuidar de las familias, como institución y como aporte de nuevos miembros, no es menos importante que cuide también a los que son “primeros de su nombre”, como personas comprometidas que suelen ser. Como punto final, resumen y conclusión, simplemente insitir en la que debe ser tarea fundamental de cualquier hermandad que no es otra que cuidar de sus hermanos.



martes, 10 de diciembre de 2019

El Adviento de Sevilla


La iglesia tiene su propio calendario de celebraciones llamado el año litúrgico que se divide en diferentes tiempos según el momento de la vida de Jesús que se recuerde. Por su importancia el día principal es el domingo de  Resurrección, al que le sigue el tiempo de Pascua en el que celebramos a Jesús Resucitado, siendo precedido por otro tiempo de preparación, que es la Cuaresma y Semana Santa. El segundo día en importancia el año litúrgico es el día de Navidad al que le sigue otro tiempo de gozo, siendo  también precedido por otro tiempo de preparación: el Adviento. El resto del año es el tiempo llamado ordinario. La ciudad, por su forma tan particular de ser,  hace suyos estos diferentes tiempos litúrgicos y los adapta a su idiosincrasia, estilo y personalidad. Como nada es por azar, Sevilla hace gala de su título de “Mariana” que, si bien es de reciente incorporación a la leyenda de su escudo, le viene por una tradición de siglos de gran fervor mariano, porque ve las fiestas del Hijo a través de los ojos de la Madre, acomodando estos tiempos de la Iglesia a las celebraciones de la Virgen que se corresponden a las fechas cercanas.

Así el Adviento, que constituye la espera del nacimiento del Hijo de Dios, la ciudad lo adelanta  recibiendo el aviso de su llegada cuando se nos muestra la Esperanza Macarena vestida con el luto propio del mes que recordamos a quienes ya están con el Padre intercediendo por nosotros. Ver a la Macarena de negro es una llamada en nuestro calendario particular, pues nos indica la certeza que todo acaba y vuelve a empezar: siendo el anuncio de los días grandes que se empiezan a presentir. El 21 de Noviembre el adviento se engrandece y nos muestra la unión trascendente de quien siendo la Madre de Dios, aún en la espera gozosa de su nacimiento, ya siente sobre si la funesta espada profetizada por Simeón y por eso besamos la mano de quien el Todopoderoso colmó de Amargura en el aniversario de su coronación canónica.

 Tras la dulce mirada de la mas amarga Señora, continua el Adviento celebrando la Presentación de la Madre, vistiendo a la Estrella de hebrea y proclamando a todo el mundo en general que María fue Concebida Sin Pecado Original, haciendo a esta fiesta el núcleo central de este tiempo, porque en la historia fue activista en la defensa de ésta piadosa creencia entonces y hoy dogma de la Iglesia, gracias a voces como la Primitiva Hermandad de los Nazarenos, de la Orden Franciscana y la Hdad de la Santísima VeraCruz  - no se sabe a ciencia cierta donde empieza la hermandad y dónde termina la orden en los asuntos inmaculistas de la ciudad -, a los hermanos de Los Negritos que vendieron su libertad para sufragar cultos a la Inmaculada Reina de los Ángeles, a los sacerdotes de San Pedro Advíncula, y tantas otras instituciones que, en definitiva, conforman la ciudad en pleno. La Fiesta de la Inmaculada es el “Gaudete” de nuestro singular adviento porque es la alegría de cantar las excelencias de tan pura Virgen y dolorida Madre al recibir el más alto privilegio otorgado por Dios.

En la recta final celebramos a la Virgen de Loreto y Guadalupe: la que portaron su casa los ángeles y la que es Reina de la Hispanidad. Tendremos repique a fiesta grande en la giralda y campanas al vuelo en la Calzada por el júbilo de los XXV años de Encarnación Coronada. Y finalizamos nuestro adviento el día de las Esperanzas, porque las que están en la espera gozosa del Hijo nos tienden su mano para que sea nuestro beso, una vez más, el que rubrique nuestro amor por la Madre de Dios en una Navidad que cada año nos anticipa la Macarena cuando desciende de su altar en diciembre, marcando el final de este tiempo que Ella misma inició, siendo por tanto el alfa y el omega del adviento de Sevilla.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Hermandad y Familia


Las familias, como núcleo de la vida diaria, han sido siempre parte muy importante de las cofradías, pues las mismas se entroncan en torno a alguna hermandad y la hacen suya, hasta el punto que no solo identificamos a algunas familias por su hermandad de pertenencia, sino que algunas hermandades son conocidas por las familias que integran.

Las hermandades y cofradías deben en gran medida su origen, y sobre todo su auge, a la piedad popular como parte del pueblo que son y que las ha hecho suyas, por donde canaliza y proyecta sus sentimientos religiosos y su amor a Jesús y María. Son tan propias del pueblo que es éste mismo quien ha hecho posible el nacimiento de nuevas corporaciones en los barrios de nueva creación donde se ha trasladado gran parte de la vida cotidiana de la ciudad y por estar las hermandades históricas vinculadas al centro y barrios antiguos de la ciudad. Las familias, como núcleo de la vida diaria aunque ahora vivan momentos delicados, han sido siempre parte muy importante de las cofradías pues las mismas se entroncan en torno a alguna hermandad y la hacen suya, hasta el punto que no solo identificamos a algunas familias por su hermandad de pertenencia, sino que algunas hermandades son conocidas por las familias que integran. Hay familias que por sus escasos recursos no han sido hermanos de número de la hermandad pero se sintieron parte de las mismas solo por su devoción y apego; y tenemos también las familias que han sido grandes benefactoras en su momento y a ellas les debemos parte del patrimonio que hoy atesoran las hermandades y que disfrutamos los cofrades cada semana santa. Viene esto al hilo de la noticia de la ponencia de formación “Las hermandades y la familia” que el Rvdo. D. Marcelino expuso en el Consejo de Hermandades de Dos Hermanas que, al verla publicada, me hizo reflexionar sobre el papel que la familia tiene en la hermandad, no tanto desde la historia, sino mirando el pasado cercano y sobre todo pensando en un futuro inmediato

Como indicábamos anteriormente las familias tienen una vinculación muy especial con las hermandades, que en muchos casos alcanza a varias generaciones las que integran la nómina, y ese sentido de pertenencia a la hermandad va pasando de padres a hijos y a nietos. Ya desde la casa y la cuna se vincula a los nuevos miembros de la familia a la hermandad, constituyendo un acontecimiento la llegada de un boletín o una convocatoria de cultos, cuanto más el asistir a los mismos conforme se va teniendo edad, y como participamos con un cirio en la procesión claustral o en la protestación de fe. Como añoro las procesiones claustrales de Los Estudiantes por las naves catedralicias con la entonces Banda de la Hiniesta acompañando al Señor… (Grande Enrique García Muñoz). Ahora que está tan de moda en las hermandades tener a los hermanos por grupos atendiendo las distintas labores que se realizan en la hermandad: juventud-priostía-acólitos, costaleros, diputados, secretaría-comunicación, mayordomía, cultos, caridad, hermanos veteranos, incluso fotógrafos… ¿por qué no aprovechar a las familias como otro elemento más que sume a la hermandad? Recuerdo especialmente al Director Espiritual que tuvimos en VeraCruz a finales de los 80, al Rvd. D. Antonio de Mora, quien tuvo una idea brillante para celebrar el mes de mayo en honor a la Stma. Virgen de las Tristezas. Cada día del mes una familia se encargaba de participar en la misa diaria de la hermandad, dirigiendo el rezo del rosario, las lecturas y ofreciendo un ramo de flores a la Señora. Además de tener asistencia todos los días, imaginad como estaba la virgen de flores al finalizar el mes, por no mencionar los buenos ratos de convivencia que compartimos.

Atendiendo a la premisa que la hermandad debe favorecer relaciones fraternas entre sus hermanos, en estos tiempos de fragilidad afectiva, puede ofrecer a las familias un ambiente de cordialidad.

Pero también la hermandad puede hacer por y para las familias máxime en los momentos actuales en que la institución familiar no pasa por su mejor momento. Atendiendo a la premisa que la hermandad debe favorecer relaciones fraternas entre sus hermanos, en estos tiempos de fragilidad afectiva puede ofrecer a las familias un ambiente de cordialidad, como me consta que hacen. Y también está ahí que hay muchas acciones en marcha para mitigar esta situación: escuelas de padres, centros de orientación familiar, y en general todas aquellas orientadas a las familias que conlleven un fondo formativo pues la hermandad, aunque sea lugar de reunión de sus hermanos, no debe ser un mero club social, sino un núcleo de convivencia donde no solo dar culto a Dios, promover la formación y la caridad a sus hermanos, sino atenderlos e intentar dar respuesta a sus problemas e inquietudes, porque cuidar a la familia es cuidar la hermandad.



domingo, 24 de noviembre de 2019

Al servicio del tramo


Estar al servicio de los hermanos nazarenos entronca con la misión de atenta disposición a los hermanos que debemos tener todos los que somos miembros activos de una hermandad, como asociación de la iglesia que somos.

Personas. Las hermandades las formamos personas. Con sus defectos y virtudes, con sus penas y alegrías, con sus cualidades, personalidad, habilidades, capacidades,… Estas personas, cada una con su forma de ser, son las que, a la postre, hacen de la hermandad lo que es. Aunque cada una tenga su sello, su impronta y características según su historia y circunstancias, verá su imagen en función de la forma de actuar que tengan los hermanos que estén en ese momento llevando las riendas de la hermandad. Esto ya lo hemos comentado en ocasiones anteriores, y cada uno tendrá su visión particular en función de la propia experiencia al respecto.

Viene esta introducción a cuenta que días atrás el tuitero @cereroblog publicaba una foto de un canastilla con el mensaje “atento siempre al servicio de sus hermanos nazarenos”. Dicho tuit llamó mi atención pues, además de ser una verdad con mayúsculas, entronca con la misión de atenta disposición a los hermanos que debemos tener todos los que somos miembros activos de una hermandad, como asociación de la iglesia que somos, y puesto que uno de los fines principales en las hermandades es promover y fomentar lazos de unión fraterna entre los hermanos, como también expresaba en una colaboración de opinión en la web amiga @ElCostal.

El diputado es la persona que sacrifica su estación de penitencia, a pesar de vestir el hábito penitencial, en pro de que sus hermanos puedan disfrutar la salida en plenitud.

Ser diputado de tramo, o canastilla, o celador -pónganle ustedes el nombre que prefieran-, no debe constituir en ningún caso un signo de reconocimiento en gratitud a servicios prestados, ya que es un puesto de gran responsabilidad por ser parte de la organización y control de la cofradía, constituyendo además el eslabón fundamental entre la hermandad, como institución, y sus miembros, personalizados en cada uno de los nazarenos que forman el tramo y que realizan su estación de penitencia. El diputado es la persona que sacrifica su estación de penitencia, a pesar de vestir el hábito penitencial, en pro de que sus hermanos puedan disfrutar la salida en plenitud. De la buena labor del diputado no solo depende que el hermano vaya bien atendido en todo momento de la procesión, sino que pueda ver reforzado su sentimiento de pertenencia a la hermandad si encuentra, además, en su canastilla una persona afable, cercana, cariñosa y sencilla – lo que hoy llamamos empática- pues teniendo en cuenta que la mayoría de los nazarenos solo acuden a la hermandad para sacar la papeleta de sitio y salir de nazareno, si le mostramos una buena acogida seguramente sentirá la necesidad de acudir más a la hermandad por saberse bien recibido en su casa.

El nazareno es el ladrillo que construye, conforma y da cuerpo a los cortejos  aportando, además, su presencia en el culto a Dios ofrecido.

Porque el nazareno es la auténtica piedra angular de una estación de penitencia, independientemente del culto público tributado a Dios que le da su sentido, aunque también suele ser el gran olvidado y el principal damnificado en los retrasos e incidencias de la procesión. El nazareno es el ladrillo que  construye, conforma y da cuerpo a los cortejos aportando, además, su presencia en el culto a Dios ofrecido. El nazareno es alma de la hermandad, en tanto miembro de la corporación que es y la sostiene con sus cuotas y su trabajo -cuando es miembro activo de la misma-, y también porque es el reflejo en la calle de una vida de hermandad plena y saludable. Cuando una corporación tiene buen ambiente y actividad en su día a día, éste tiene su imagen proyectada en un nutrido cuerpo de nazarenos y una atmosfera de alegría, armonía y concordia que se transluce en los mismos y en los familiares, amigos y devotos que acompañan la procesión.

Cuidar al nazareno es cuidar a la hermandad, por eso mimemos a nuestros cuerpos de diputados, canastillas o celadores, dándoles la importancia que tienen y formándoles para que tomen conciencia de su auténtico ser y estén en todo momento al servicio de su tramo.

domingo, 17 de noviembre de 2019

El Tiempo Subjetivo


El tiempo… cuanto nos da que hablar y cuantos aspectos diferentes se encierran en el. Que distinta significación adquiere según el prisma desde el que lo consideremos y cuan distintas se ven las cofradías dependiendo de cómo lo enfoquemos. Lo hemos visto relacionado con el espacio, hemos hablado de su relatividad, puede detenerse como nos demostraba la Virgen de la Victoria en su Rosario de ida a la Catedral en vísperas de su Coronación, incluso lo podemos adelantar en base a la prisa que tengamos por vivir los acontecimientos deseados que están por llegar. Otra cuestión, otra cualidad, otro punto de vista para ver el tiempo es su subjetividad. Como decía Campoamor “nada es verdad ni mentira, todo es según el cristal con que se mira...” y el tiempo no va a ser una excepción. Cada observador tiene una distinta percepción del mismo que dependerá de la personalidad y mentalidad propia de cada uno.

Un aspecto en el que se pone de manifiesto esta distinta percepción del paso del tiempo es la pertenencia a la hermandad. Hay personas para las que llevar tres años como hermano puede ser un mundo, teniendo la convicción de que es antiguo en la corporación. Otros por el contrario aun llevando treinta o más años en la nómina no se consideran con derecho de antigüedad mientras vivan los hermanos mas veteranos que nos aportan sus conocimientos, sabiduría, experiencia y vivencias de hermandad, en definitiva quienes nos enseñan lo que significa ser hermano de la corporación y a interiorizar sus valores, idiosincrasia y filosofía. Aunque todas las hermandades se rijan por los mandamientos de Dios y de la Iglesia, cada una tiene su propia forma de vivir el Evangelio, de imitar a Jesús Nazareno apoyados en los diferentes misterios de su Pasión Salvadora.

De igual manera, ahora que se ha reabierto al culto la iglesia de Santa Catalina, los casi tres lustros que ha permanecido cerrada los percibimos de distinta forma cada generación. Algunos, como mis hijas, no conocen la iglesia salvo cerrada; para otros, con mas canas, es parte de nuestras vidas y recordamos también como algunas cofradías encontraron refugio entre sus muros cuando sus templos hubieron de rehabilitarse, como la hermandad de la Redención o Los Gitanos (impresionante el besamanos del Señor de la Salud en la Capilla Sacramental de Santa Catalina). Parece que fue ayer cuando sucedía esto y a los hermanos de la Exaltación, el Carmen y Santa Lucía seguro les ha parecido una eternidad…


Otra diferente percepción del tiempo la tenemos cuando estamos esperando en un determinado lugar a que pase una cofradía y luego la vemos procesionar como me ocurre cada Domingo de Ramos en Conde Torrejón esperando la Amargura. Media hora esperando a que llegue no tiene fin, pero cuando asoma la Cruz de Guía por calle Feria con esa personalísima y eterna forma de portarla, manos cruzadas en el stipes, el tiempo vuela como un relámpago y en un pis pas estamos contemplando la trasera del palio en su camino a las Siete Puertas…

Lo que sí es objetivo es que cuanto mas jóvenes somos, mas lenta es la forma que percibimos el paso del tiempo, mientras que la edad parece que hace galopar al reloj. Es mucho más corto el tiempo una vez transcurridos los diferentes eventos, que en la espera de lo que está por suceder, por eso es importante que vivamos con intensidad cada momento sobre todo aquellos que suponen una preparación, como el adviento para la navidad o la cuaresma para la semana santa. Porque unas vísperas vividas con intensidad en la hermandad supondrán una semana santa plena que rubricaremos cada año en ese abrazo con nuestros hermanos vestidos de nazareno deseándonos “buena estación”.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Geografía urbana


Fue la visualización en el alma del trance último en que el Cachorro se sublima y acude a la presencia del Padre, porque ya “todo está cumplido”.

Tal y como la conocemos la semana santa es un cúmulo de factores que, en su  conjunto, hacen de ella algo extraordinario. Factores devocionales, su primera razón de ser; factores artísticos, que la componen y le dan forma; y otros diversos que tienen que ver con el sentimiento, la familia y que incluso llegan a vertebrar la sociedad de la ciudad. Uno de estos factores es la geografía urbana de la urbe. Ésta tiene que ver con la ubicación de las diferentes capillas y parroquias, con los recorridos que realizan las hermandades en su estación penitencial y con las calles por las que transitamos en estos días de gloria para los cofrades, muchas de ellas quedan inéditas para la mayoría de nosotros el resto del año salvo en estos días en que las usamos para llegar de forma rápida hasta ese sitio concreto en el que ver a una determinada hermandad tiene una especial significación. Porque hay calles que irremediablemente nos traen a la memoria una cofradía o incluso un paso y una imagen concreta, por alguna íntima vivencia que hayamos tenido en la misma. Justo esto me ocurre en la céntrica calle O’donnell.




El otro día, en su tuiter, Álvaro Iglesias (@Alvaro_bet), coincidiendo con el fallecimiento de Leopoldo O’donnell que da nombre a la calle, realizaba un magnifico hilo sobre la misma que en mi mente evoca la imagen del Cristo de la Expiración de la Hdad. del Cachorro desde que tuve la fortuna de contemplarlo desde un balcón en dicha calle. Desde siempre la bendita imagen del Cristo del Cachorro es muy especial pues, a su belleza y calidad artística, hay que sumar los sentimientos que provoca entre sus más fieles devotos –recuerdo a Rosario, una señora mayor de la cava, llorando emocionada ante el Cristo en su procesión extraordinaria de 1982 por el III centenario de su hechura- además del profundo dramatismo que tiene por el momento supremo que representa, frontera entre la vida y la muerte. Siempre se ha hablado de los ojos del Cachorro, uno ya muerto y el otro aún con vida, pero hasta aquella tarde, en ese balcón de la mitad de la calle de O’donnell, no había visto morir a Cristo en directo, desde que el paso embocó la calle desde la Magdalena no hubo más que el ojo sin vida del Cachorro, hasta entonces no tan significativo para mí.

Si las imágenes están para que podamos visualizar a Cristo y hacer más fácil nuestra comunicación con El, en aquel momento supuso ver representada la palabra postrera “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Fue la visualización en el alma del trance último en que el Cachorro se sublima y acude a la presencia del Padre, porque ya “todo está cumplido”. En ese instante, que duró todo el discurrir por dicha calle, no hubo más que Dios: no estaba ni su cofradía, ni la banda, ni su leyenda del gitano agonizante, ni los vecinos de su barrio, ni sus trescientos años de historia, ni el olor de las casas de vecinos de la antigua cava, ni mucho menos el recuerdo de sus muchas citas literarias…, solo Dios muriendo ante mis ojos. Pero… ¿Muriendo o resucitando?

¿No puede ser que el Cachorro nos muestre el propio Triunfo de Jesús resucitando en el árbol de la Cruz?

Porque ¿es el Cachorro es la representación del triunfo máximo de Dios en el momento definitivo de su unión total a la condición humana? ¿O es quizás el Cachorro la primera representación idealizada de la Resurrección anticipando su gloria en el mismo instante de su muerte? Si decimos que Jesús Nazareno no abraza la Cruz sino que exalta glorioso el símbolo de su Triunfo, ¿no puede ser que el Cachorro nos muestre el propio Triunfo de Jesús resucitando en el árbol de la Cruz? Y es que el Cachorro está tan íntimamente unido a la cruz que no se separa de ella ni para resucitar, por eso el día de Pascua nos ofrece su pie para que, con nuestro beso, le celebremos glorificado. Por tanto el Cachorro no tiene un ojo muerto, lo tiene a punto de resucitar y yo no fui testigo de la muerte de Jesús, sino del instante mismo de su resurrección que ocurre (para mi) todos los años en la calle O’donnell.