jueves, 28 de diciembre de 2017

El rostro de la ilusión

Publicado en la web ElCostal.org



En una de sus acepciones la ilusión es un sentimiento de alegría y satisfacción que produce conseguir algo que se desea intensamente. La ilusión es también esa esperanza de poder realizar aquello que deseamos, porque esa misma esperanza es el estado de ánimo en el cual se cree que aquello que uno desea o pretende es posible. Ya sea a partir de un sustento lógico o en base a la fe, quien tiene esperanza considera que puede conseguir algo o alcanzar un determinado logro.

Ilusión, Esperanza,… que dos palabras tan bonitas y tan íntimamente ligadas. Cuantos sentimientos comunes se engloban en ambas. ¿Cómo pueden existir una sin la otra? Si hubiéramos de humanizar esos sentimientos que nos producen: Ilusión, Esperanza,.. ¿qué rostro tendrían? En nuestra geografía preguntar que rostro tiene la Esperanza evoca sin pensar a las imágenes de nuestra devoción, pero ¿qué rostro tendría la ilusión? Para quien humildemente escribe estas líneas la ilusión solo tiene un rostro que es la sonrisa.

Si nos fijamos en las Vírgenes cuyo recuerdo nos evoca su nombre Esperanza, aunque sean dolorosas en su rostro tienen una sonrisa que solo nos enseñan cuando las miramos con los ojos del corazón. Porque aunque representen el momento de dolor por la pasión de su Hijo en su nombre llevan la alegría de estar en la espera de la venida al mundo del Niño Jesús en Navidad y están en la auténtica convicción de que tras los tormentos sufridos Jesús resucitará regalándonos la alegría más grande que pueda existir. La sonrisa de la Esperanza nos dice que nada hay más cierto que saber que Dios está siempre cuidando de nosotros y que podemos confiar siempre en El. Es esa sonrisa que aparece en las caras de quienes vamos a visitarlas aunque alguna lágrima pueda llegar a nuestra mirada por la emoción que supone sentirlas cerca de nosotros. Sonrisa que nos muestra la Divina Enfermera con su Hijo en los brazos, y por eso es tan especial la sonrisa de la Macarena pues en su pecho siente a su hijo dormido en los brazos de la Virgen del Rosario.

Y como los Niños Jesús también sonríen, ¿nos hemos parado a mirar de verdad la sonrisa de los niños? Ya está  dibujada en su rostro desde el momento mismo de su nacimiento cuando sienten por primera vez el calor y la protección del pecho de sus madres. La que se les dibuja cuando por primera vez van descubriendo el mundo en que vivimos. Si la ilusión tiene un rostro que es la sonrisa, esa sonrisa necesariamente es la sonrisa de los niños. La ilusión es ver sus caras cuando por primera vez van a un besamanos o besapiés y se acercan a venerar al Señor y a su Madre con ese beso que representa el amor más puro que se le puede tener a Dios y a la Virgen. La ilusión es ver sus caras al descubrir la rampa del Salvador que lo mismo es escenario de juegos infantiles que tribuna de excepción para contemplar la salida de la “Borriquita”, que es ilusión no solo de los niños sino también de los mayores que sentimos en nuestro corazón esa emoción de nuestros niños al ver a Jesús rodeado de hosannas, palmas  y aleluyas en uno de los momentos más grandes de nuestra semana santa. Ilusión es el reflejo de sus caras al ver crecer en su manos la bola de cera que se alimenta de la luz que portan los nazarenos para alumbrar el camino de Jesús y María, cera que para que no se pierda derramada en el suelo de la ciudad ellos la custodian año tras año en sus bolas multicolor. La ilusión es sus rostros sonrientes al vestir por primera vez de monaguillo, paje o nazareno; es besar el libro de reglas la primera vez que junto a los mayores realiza la protestación de fe en la Fiesta Principal de Instituto de su hermandad; entrar a formar parte del grupo joven y empezar a trabajar de verdad por su hermandad; es salir por primera vez de acólito, primero en los cultos y luego en semana santa caminando muy cerca de sus amados titulares; cumplir 18 años y sentirles bajo las trabajaderas; Ilusión es tocar la primera marcha tras la salida del paso sabiendo que queda todo el recorrido para seguir rezando con la música que nace en los labios de los músicos cofrades…

Y por supuesto y en las fechas en que estamos la ilusión es la sonrisa en sus caras al ver los alumbrados navideños; adornar el árbol y las casas y por supuesto montar el “nacimiento” (ninguna casa cristiana sin nacimiento), cantar villancicos en familia, con los amigos y en el colegio; ilusión es las sonrisas de reunirnos las familias en la cena de nochebuena, las risas y la fiesta de nochevieja atragantándonos con las uvas; es la emoción de ver al Heraldo Real y la Cabalgata con SS MM de Oriente y, porque todos somos muy buenos, descubrir las sorpresas de los regalos en la mañana del seis de enero mientras Jesús revela a todos su Gran Poder.

Y el rostro de todo esto: la sonrisa. Porque si algo pone cara a la ilusión es la sonrisa y nada vale más que la sonrisa de un niño… El resumen de todo esto es el lema que ha elegido el Gran Visir de la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla de 2018: “Con una sonrisa… cambias el mundo”.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Hoy vengo a darte gracias

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Fotografía: José Cruz @PepeCruz_Martin

Hoy vengo a darte gracias.

Madre, hacía mucho tiempo que no venía a verte. Como sabes mis piernas no permiten que me mueva mucho, pero hoy me han dado un poco de tregua los dolores y aquí me tienes. Este es el primer motivo para darte gracias.

Que no haya venido no significa que no haya acordado de ti, eso también lo sabes. Estás siempre presente en mí día a día, a todas horas, pues cada segundo que pasa es otro motivo para seguir dándote gracias por estar viva y disfrutando de mi familia, amigos, mis hermanos de la hermandad y tanta gente buena que nos rodea. Por esto también gracias.

Sabes, procuro estar al corriente de ti: de tus cultos, los de tu Hijo, los bellos altares que montan en vuestro honor, lo “guapa” que estás siempre vestida y el mimo con el que te tratan los priostes, las camareras, tu vestidor, todas las cosas de la hermandad… Siempre me están enviando fotos tuyas, y cuando las recibo es un nuevo momento de alegría, de tenerte presente, de un Ave María Purísima… Que suerte los teléfonos móviles, que aunque no pueda levantarme del sillón puedo disfrutar de ti. Qué maravilla de internet, de redes sociales, de televisión… siento que tengo una ventana en mi casa que da directamente a la basílica y estas tan cerca, tan cerca…

Cuantos años sin venir y que emoción al pisar de nuevo el atrio, abiertas las puertas de tu casa sabiendo que estás ahí y que voy a verte y besarte la mano. Me temblaban las piernas, pero las ganas de estar contigo vencen todas las dificultades y se sacan fuerzas no sé de donde… son más motivos para seguir dándote gracias.

Que impaciencia en la cola. Poco a poco fui recorriendo el camino hasta llegar ante ti, despacio pero sin pausa, viéndote de lejos y poco a poco acercándome a tu bendita imagen…  ¡¡Que guapa estás Madre mía!! Y por fin llego hasta el altar: ¿Cómo describir este momento? No importa la espera, no importa el camino, solo importa estar a tu lado, y decir “aquí me tienes Madre…” ¿Cómo no darte las gracias por estar de nuevo ante ti?

Tengo que acordarme de la hermandad, de quienes están aquí cuidando que todo esté perfectamente organizado en tu besamanos para que podamos disfrutar de tu presencia, sobre todo los que estamos pachuchos, porque me han permitido sentarme delante de ti para reponer fuerzas y tener unos minutos más para estar contigo… Cuantas cosas que contarte, que decirte,…. Dile a tu Hijo que bendiga siempre a todas estas personas y sus familias, que sean muy felices porque con sus atenciones y su cariño nos han hecho muy felices a los que los años y la falta de salud nos ponen difícil venir a verte. Muchas gracias por ellos.

Solo una cosa quiero pedirte: que cuides de mi hijo. Quien mejor que tú, que sabes lo que es ser madre, para entender lo que sentimos las madres. Porque el mundo está muy loco y él es muy joven y tiene mucho que aprender, por eso de vez en cuando dale una "miraíta" y deja que se agarre a tu manto para que te sienta tan cerca como yo te siento a ti. Ampárale para que sea siempre un buen macareno, que no es más que ser buena persona, buen cristiano y sobre todo querer mucho a tu Hijo y a su Madre.

Ya me tengo que despedir. Se hace tarde y llevo ya mucho tiempo en la calle, mucho esfuerzo para mis débiles piernas. El esfuerzo de hoy me va a costar un par de días de calmantes extra, pero no tengo dudas que ha merecido la pena. No sé cuándo podré volver a venir a la basílica, pero sueño con ese nuevo momento de verte de nuevo cara a cara, de poder rezar en tu presencia. Mientras llega ese día un solo pensamiento en mi mente: gracias por ser nuestra Esperanza.




domingo, 10 de diciembre de 2017

Corona de adviento

Publicado en la web ElCostal.org




Hemos comenzado el nuevo año litúrgico estrenando el adviento, el tiempo de la espera gozosa de la venida del Niño Jesús el día de Navidad. Es costumbre en estos días, la tradición de la Corona de Adviento consistente en un anillo o corona de ramas de árbol perenne con cuatro velas que se van encendiendo cada uno de los cuatro domingos que componen este periodo y que nos ayuda a contar el tiempo que queda hasta el nacimiento del Niño de Dios. El encendido de cada vela suele hacerse en la misa parroquial o en los hogares en un momento de oración que nos ayuda a prepararnos para la Navidad y nos recuerda que Jesús es la “luz del mundo”.

Pero en nuestra Muy Mariana ciudad de Sevilla el adviento toma un “color especial” pues nuestro desmedido amor a la Madre del Salvador nos hace que casi sin darnos cuenta terminemos viendo las fiestas del “Hijo” a través de los ojos de su “Madre”, y los colores de las velas no son moradas color propio del adviento sino que van del azul purísima al verde Esperanza.

La primera de las velas es en honor de La Llena de Gracia: aquella a quien por un privilegio especial, Dios la llenó tanto de su bendición que no quedó sitio en Ella para el pecado, así cada 8 de Diciembre celebramos a la que fue Concebida Sin Pecado Original, y la ciudad entera se llena de besamanos y los días previos de novenas, triduos y vigilias en su honor.

La segunda vela es para aquella cuya “casa” fue llevada por los ángeles hasta el sitio de los “laureles” para salvaguardarla de las invasiones sufridas en aquel tiempo en tierra santa. En su nueva ubicación y tas aparecerse la Virgen a los lugareños creció sobremanera su devoción y en el Santuario, que se hizo en el lugar donde hoy se guarda su casa, es lugar extraordinario de peregrinación. Precisamente, por haber llevado su casa ángeles en vuelo, a la Virgen de Loreto se le considera patrona de los aviadores y  del Ejercito del Aire, y la Hermandad de San Isidoro nos la recuerda siempre en su “casa de oro”.

La tercera vela es para la que une la devoción de la Virgen en el antiguo y el nuevo mundo; la que une Extremadura con México; la que también sabe de humildad, sufrimiento, penalidades y sacrificios, la que une San Bartolomé con el Arenal, la Virgen niña que se llama Guadalupe.

Y la cuarta y última vela es justo lo que nunca debemos perder: La Esperanza, esa virtud que nos hace desear a Dios como bien supremo. La bendita espera del Salvador, expectación al parto, la que desde Pureza a Recaredo, de la Trinidad a San Martín, desde Castilla al Arco nos hace creer en Cristo que es Dios omnipotente y bondadoso.
Con estos cuatro puntos de apoyo, ¿hay algo que pueda faltar?  Evidentemente poco, o nada. Esta es nuestra forma particular de celebrar el adviento y preparar la navidad, porque tengamos una cosa siempre presente: que no hay mejor forma de ganar el cariño del Hijo que amando mucho a la Madre.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Angustia: de Jacinto y Celeste

Publicado en la web LaVenia.xyz


Fotografía: Pepe Cruz @PepeCruz_Martin

Muchas son las efemérides que cada año celebran las diferentes hermandades y cofradías de nuestra ciudad, pues muchas son las hermandades que hoy día existen en la misma. En estos días ha brillado con luz propia la Virgen de la Angustia de la cofradía universitaria que celebra los 75 años de la llegada a la hermandad de su bendita imagen. Dentro de los distintos actos celebrados para tal ocasión hay que destacar el besamanos extraordinario celebrado en la capilla de la antigua Fábrica de Tabacos, con un vistosísimo montaje en el que todo tiene su razón de ser.

Llama la atención que quizás sea la primera vez que la imagen del crucificado no presidía el altar, cediendo todo el protagonismo del momento a la Santísima Virgen y haciendo, si cabe, aún más extraordinario su besamanos. Para este momento estrenaba un lujosísimo terno de saya, cíngulo y manto bordados en los que merece la pena detenerse a observar.

Lo primero hay que destacar el bordado, con un hermosísimo dibujo a base de hojas de roble, laurel, tallos y pequeñas flores, con distintas técnicas, destacando las cartulinas y el setillo, magistralmente ejecutados y conformando un conjunto de bordados de tipo realeza o diplomático, como los que encontramos, por ejemplo, en la capa imperial de Francisco I de Austria, en el manto de Napoleón I emperador y también en muchos vestidos y sedas de su corte. Con esto ya ponemos de manifiesto la figura de la Virgen como Reina y Señora de Cielos y Tierra.

Importantísimo reseñar los colores elegidos para saya y manto: jacinto y celeste. No es una casualidad pues el “rojo” es el color de los reyes y los cardenales y el “azul” es el color con el que desde tiempos remotos se ha identificado a la virginidad. Son los colores con los que tradicionalmente se representaba a la Inmaculada Concepción y que muchos pintores han usado en su cuadros: Roelas, Herrera el Viejo, Alonso Cano, Zurbarán, Velázquez y como no Francisco Pacheco, han utilizado estos colores. Mención especial merece éste último, primitivo nazareno de Sevilla y activista del movimiento inmaculista de la Sevilla de 1615 de “aunque le pese a Molina…” Si bien en su obra “El arte de la pintura” aconsejaba pintar a la Inmaculada Concepción según la forma como se apareció a Santa Beatriz de Silva, de blanco y celeste “vestida de sol, coronada de estrellas y con la luna bajos sus pies”, Pacheco usa el jacinto y el celeste y de esta forma podemos verla en casi todos sus cuadros, de entre los que hay que destacar los que representó a la Inmaculada junto a otros grandes “inmaculistas” del momento como Vázquez de Leca, Miguel Cid “Todo el mundo en general…”, o Bernardo del Toro. Incluso Murillo, cuyas Inmaculadas son todas de blanco y celeste, utiliza en algunos cuadros el jacinto para vestir a la Virgen, como en el cuadro “La adoración de los pastores” del museo del Prado.

Recapitulando, bordados de la realeza; colores inmaculistas; pero nos falta incorporar el mundo universitario, imprescindible en la hermandad: para esto el techo de palio, autentica reivindicación de la condición universitaria de la corporación. Aparte su magnífico diseño, en él están representados los Santos Patronos de las cuatro facultades existentes en la Hispalense cuando se realizó y también figuran los escudos de Sevilla y las Santas Justa y Rufina, y la Gloria representa a María como trono de la sabiduría divina.

Pureza, realeza y conocimiento. Justa elección de elementos que dan sentido al besamanos en su significado y a la vez en exquisita medida que llena el presbiterio sin recargar el conjunto, buscando que el protagonismo sea exclusivamente de su Angustia.

Quien por el camino pase,
Vea si cabe más dolor,
En la Cruz del Redentor,
Que su madre no guardase.
Hasta respirar dejase
De honda pena, mujer fuerte.
Muda la razón, al verte,
Dulce cara, el alma mustia,
Todo el Gólgota es Angustia,
Cátedra de Buena Muerte.