lunes, 23 de marzo de 2020

Cuarentena teologal


Caridad es asistencia, la fe rezar juntos desde la distancia y la esperanza nos la dan en tantas acciones que se llevan a cabo para hacer más entretenido este tiempo en casa.

Hace unos años tuve el privilegio de ser el pregonero de la semana santa de la vecina localidad de Pedrera, pueblo de mis suegros y al que me siento muy unido, no solo por lazos familiares, sino también de amistad, al igual que siento mías las devociones locales, que también trascienden las fronteras del pueblo. En el pregón hacía referencia a las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad y las asemejaba a los tres grandes fines de las hermandades, culto, formación y también caridad. En esta cuarentena forzosa que nos ha tocado vivir y que nos ha privado de nuestra cuaresma y semana santa a la usanza tradicional, asistimos a un despliegue de ingenio y técnica, tanto de las hermandades como de la propia Iglesia, que buscan sin descanso medios que ayuden a paliar la situación que vivimos. También podemos encontrar un paralelismo entre estas acciones que se están llevando a cabo y las virtudes teologales.

En primer lugar caridad. Ya hablábamos de diversas acciones que están llevando a cabo las hermandades movilizándose para atender a los mayores, bien ayudándoles con las compras para que no tengan la necesidad de salir de casa, bien prestándole la asistencia y cuidados que necesitan. Asistencia que también precisan muchos padres que deben acudir a sus centros de trabajo y han de atender a sus hijos, ahora en casa. El economato social que continua su actividad como la primera necesidad que es, y al estar cerradas las casas de hermandad los teléfonos y correos electrónicos de las distintas diputaciones y bolsas de caridad están plenamente operativos para atender a quien lo precise.

La fe la estamos viendo a diario en las diferentes propuestas que las cofradías están haciendo llegar a sus hermanos bien a través de las redes sociales: rogativas, oraciones diarias, ángelus..., o por los canales de retransmisión en streaming: los cultos quinarios, septenarios, salves, ejercicio de las cinco llagas,... incluso una simple foto o un video de alguna estación de penitencia pasada además de un momento para recordar y acercarnos a nuestras devociones en momentos difíciles, son también momentos para la oración si tenemos en cuenta que son Cristo y María quienes entran en nuestros móviles, tabletas y ordenadores...

Y la Esperanza... La esperanza nos la dan en tantas acciones que se llevan a cabo para hacer más entretenido este tiempo en casa, sobre todo aquellas que tienen como objeto a los hermanos más pequeños. Actividades de dibujo, pinturas, relatos... También algunas webs amigas ponen su maquinaria en marcha para entretener a pequeños y mayores: noticias, curiosidades, historia, trivials... cualquier iniciativa que ponga un poco de esperanza en estos difíciles momentos es bien recibida, pero siempre para esperanza la que nos traen los buenos cofrades del mundo tuitero para alegrarnos las mañanas: “un poco de Esperanza cada día” y “Buenos días nos dé mi Virgen de la Esperanza”



lunes, 16 de marzo de 2020

Asistencia y Oración


Las hermandades, aun en estas circunstancias adversas, saben sacar lo mejor de sí mismas para demostrar que si sabemos luchar contra las dificultades.

Sé que esta semana voy tarde. Si, en mi compromiso personal de compartir alguna reflexión sobre la semana santa que nos gusta, compartimos y amamos, esta semana voy tarde. Porque los acontecimientos no se han sucedido, se han precipitado y de una manera inimaginable hasta el momento. Virus, contagio, pandemia, todo esto nos tiene absorbidos, absortos, preocupados, con miedo, rabia, coraje, desengaño, impotencia… Todo lo que pudiéramos poner sería verdad y además rematado con la noticia de la suspensión de las procesiones. ¿Pero vamos desde cuando habéis llamado desfiles procesionales  a las cofradías? (Es verdad vecino, ¿Cuándo las hemos llamado así?) Pues simplemente es para recalcar que se suspenden la procesiones o las cofradías en la calle, o como lo queramos llamar, pero la semana santa  no. La semana santa no se puede suspender porque: primero es la celebración de la pasión muerte y resurrección de Jesús, y esto lo vamos a celebrar bien sea con procesiones (cuando se pueda), con las celebraciones litúrgicas (bien en las parroquias o bien por radio tv o streaming), y también desde el recuerdo personal de cada uno en tanto que las hermandades forman parte de nuestra vida cotidiana, aunque de esto hablaremos en otra ocasión.
 
Pero las hermandades, aun en estas circunstancias adversas, saben sacar lo mejor de sí mismas para demostrar que si sabemos luchar contra las dificultades y en estos momentos que debemos quedarnos en casa en tanto se controle la situación, nos movilizamos para atender en sus necesidades a tantos mayores que no deben salir de sus casas para ayudarles en sus compras y para que sientan que aunque dentro de sus casas no están solos en esta batalla. O para ayudar a familias que tiene la obligación de acudir a sus puestos de trabajo: sanitarios, fuerzas de orden público, comercios de alimentación, transportistas, todos aquellos que por su profesión han de atender las necesidades de la comunidad pero que también precisan de ayuda para el cuidado de sus familias. Claro que esto no es exclusivo de las hermandades, bastantes jóvenes también se han ofrecido a través de RRSS a quien les pueda necesitar, algo también digno de elogio y aplauso.

Simplemente dos ejemplos de lo que se puede hacer en momentos de necesidad: el servicio a los demás y la oración en común.

Y no es solo esto, que no es poco, las hermandades también nos emplazan para la oración, como fin principal de las mismas: dar culto a Dios en la contemplación de algún misterio concreto de la pasión del Señor. Oración que, como todo en la hermandad, es un acto individual de encuentro y dialogo con Dios y a la vez algo que hacemos en común los hermanos, pues aunque lo hagamos en distinto momento y lugar nuestra intención es igual para todos y más en estos momentos que pedimos por la erradicación de la enfermedad y salud para todos.

Simplemente dos ejemplos de lo que se puede hacer en momentos de necesidad: el servicio a los demás y la oración en común. Así de simple y así de definitivo. Por eso las procesiones se podrán suspender pero mientras existan nuestras hermandades la semana santa existirá siempre.

domingo, 8 de marzo de 2020

Besapiés


El besapiés supone un elemento añadido a este valor que tienen las imágenes por cuanto el pueblo no solo ve en ellas a Jesús, sino que nos lo acerca donde nuestro entendimiento humano lo percibe como algo cierto, real, cercano, tangible…

“El orgulloso Rey David ha dejado su arpa con forma de cruz y comparece maniatado: es primero de marzo en San Antonio Abad.”  Con estas breves, y a la vez rotundas palabras, nos situaba Carlos Colon en su pregón de la Semana Santa del ya lejano 1996 en el besapiés de Jesús Nazareno. Besapiés que marca un día grande en lo que es el año de la cofradía, pues constituye ese acercamiento de la imagen a los fieles que nos afianza nuestra fe y la devoción a Jesús y María. La fe es la creencia y esperanza personal en la existencia de un ser superior que se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree. Aunque no necesitemos tener dichas evidencias que justifiquen nuestra fe, la misma se ve reforzada cuando tiene algún punto de apoyo, y uno muy importante son las imágenes sagradas.

La misma Iglesia, desde antigua tradición impulsada por el Concilio Niceno II, defiende la veneración de las imágenes sagradas no solo como hecho litúrgico significativo, sino como un elemento relevante de la piedad popular en tanto que los fieles rezan ante ellas, se adornan con luces y flores, se llevan en procesión, se colocan en nichos o templetes en el campo o en las calles… Pero siempre teniendo en cuenta que se debe tener una formación adecuada sobre esta veneración a las imágenes que la fundamente en una concepción teológica adecuada, porque las imágenes no son objeto de culto en sí, sino como representación que son de Cristo glorificado;  memoria de los santos en ellas representados y estímulo para su imitación pues el fiel tiende a imprimir en su corazón lo que contempla con los ojos; como forma de catequesis, puesto que a través de ellas el pueblo es instruido y confirmado en la fe por cuanto nos ofrecen medios para recordar y meditar estos artículos de la fe. Pero lo fundamental es que no se las venera por si misma sino porque los honores que se les tributan se refiere a las personas a las que representan.

Acércate y disfruta de Él, de su presencia, de su cercanía, de ese pellizco que te sobrecoge el alma cuando sientes que El Señor verdaderamente posa sus ojos en los tuyos.

El besapiés (o besamanos) supone un elemento añadido a este valor que tienen las imágenes por cuanto manifiesta un acercamiento de las mismas al pueblo que, no solo ve en ellas a Jesús, María y los Santos, sino que nos los acercan aún más donde nuestro entendimiento humano los percibe como algo cierto, real, cercano, tangible, y donde nuestro beso es la manifestación de nuestro respeto, cariño, veneración, o lo que es lo mismo, la representación visible de nuestra fe. ¿Qué supone entonces el hecho que por las actuales circunstancias sanitarias no podamos tener contacto físico con la imagen mediante el tacto o el beso?

Este fin de semana, primer viernes de marzo, he vivido en primera persona un besapies sin besos. Hay que reconocer que en un primer momento supuso una relativa incertidumbre sobre que había que hacer o no: ¿Puedo acercarme? ¿Está el paso abierto? ¿Qué hago, me dirán algo? Nada no te vamos a decir nada, solo acércate y disfruta de Él, de su presencia, de su cercanía, de ese pellizco que te sobrecoge el alma cuando sientes que El Señor verdaderamente posa sus ojos en los tuyos. Si bien cuando nos acercamos a besar su pie, nos centramos tanto en ese beso y lo que representa que perdemos de vista su imagen, el prescindir del tacto y del contacto nos ha llevado a que todo lo hayamos fundamentado en ver su imagen y sentirla a nuestro lado a nuestro nivel. En cierta medida lo sentí como cuando los ciegos suplen la carencia de los ojos mediante las yemas de sus dedos, nosotros hemos suplido nuestros labios y manos por sentirlo a través de nuestros ojos. Y sinceramente, ver las caras de cuantos salían del besapies ha sido la demostración que, aunque sin beso, el objetivo está cumplido. Besapies, viacrucis, o incluso el paso procesional… acerquemos las imágenes.


domingo, 1 de marzo de 2020

Reflejo


En este afán de anticipación que vivimos en la actualidad muchos felicitan la llegada de la cuaresma, cuando lo que debemos es vivir intensamente estos días como preparación a la gran fiesta de la Pascua.

La primera parte del año, hablando en términos cofradieros, viene marcada por la que es actividad central en las hermandades: los cultos y la semana santa con la estación penitencial, y su culminación en la Pascua de Resurrección, eje central de la vida de la iglesia. Al igual que la Navidad, la segunda gran fiesta cristiana, viene precedida de un tiempo de preparación y austeridad que hace que resalte aún más la gran alegría que supone el nacimiento y la resurrección del Señor. Dicho sea de paso, en este afán de anticipación que vivimos en la actualidad, muchos se felicitan la llegada de la cuaresma por cuanto nos anuncia la llegada de los días del gozo de los cofrades, cuando en realidad lo que debemos hacer es vivir intensamente estos días como preparación a la gran fiesta de la Pascua, que sí anticipamos en nuestra estación penitencial.

Como la estación de penitencia es en cierto modo una celebración anticipada de la Pascua, según nos lo ha explicado en varias ocasiones el salesiano Luis Fernando Álvarez, podríamos asemejar este tiempo de preparación cuaresmal a nuestra vida de hermandad previa a la semana santa. Cuanto mas participativa sea nuestra vida en la corporación, tanto más fructífera será nuestra estación penitencial (y por ende nuestra Pascua), por cuanto que a la vivencias particulares y personales hay que sumar las compartidas con nuestros hermanos.

Una hermandad viva nos la muestra el buen ambiente existente entre sus hermanos, lo que se traduce en una buena participación en el diario, en los cultos y en la estación penitencial.


Este tiempo de cultos que vivimos en estos días, y que se acrecienta en la cuaresma recién estrenada, no solo nos ofrece la oportunidad de hacer esta vida de hermandad que nos  une a nuestros hermanos, como ya hemos comentado, sino que además es el reflejo del estado de salud de la hermandad. Una hermandad viva nos la muestra el buen ambiente existente entre sus hermanos, lo que se traduce en una buena participación en el diario, en los cultos y en la estación penitencial.

Tengo la inmensa fortuna de formar parte de una capilla musical con que he participado en los cultos de numerosas hermandades. Esto me ha permitido conocer en primera persona tanto la forma de celebrar sus cultos, así como ser testigo de cómo se relacionan sus hermanos. No solo puedo aprender su idiosincrasia particular, sino que puedo comprobar el ambiente que reina entre sus hermanos. Centrándome en esto último es maravilloso ver el templo lleno, los hermanos saludándose y atendiéndose entre sí, comprobar como cada día son diferentes las personas que atienden lo necesario para el culto: oraciones, lecturas, colecta…, como la juventud está presente, salga o no de acólito, estando pendiente de cualquier eventualidad que pueda surgir,… Y todo esto antes, durante y después del culto, pues el simple hecho de ver el desfile procesional de una hermandad en su estación de penitencia ya nos deje entrever, en su cierta medida, si existe buen ambiente de hermandad.

Estas muestras, testigos, referencias… son, en resumen, el reflejo de una vida entre hermanos cumpliendo la escritura del Libro de los Hechos de los Apóstoles que nos dice el modo como deben reconocer que somos cristianos: “El número de los cristianos aumentaba cada vez más. Quienes los veían decían: ¡miren cómo se aman! (Hch 2, 42-47)