domingo, 17 de agosto de 2014

A la Virgen de los Dolores de Pedrera


El alma. Por la espada traspasada,
Los ojos, sonrojados por el llanto,
Sumida, en el pesar de tu quebranto,
De los hombres, tú eres su abogada.
 
Simeón, en el templo, te avisaba;
A Egipto huiste, adiós espanto;
Buscando al Niño hasta el Templo Santo.
Mirarlo, con la cruz, cuando marchaba.
 
Cuánta Sangre en la Cruz, tu alma rota;
Descendido en tu regazo, todo amores.
Sepulcro que muestra Soledad Ignota.
 
Todo pena, todo llanto, sin loores.
Tristeza que, en amor, tú pecho explota.
Tú eres, de Pedrera, sus Dolores.