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Madre,
hacía mucho tiempo que no venía a verte. Como sabes mis piernas no permiten que
me mueva mucho, pero hoy me han dado un poco de tregua los dolores y aquí me tienes.
Este es el primer motivo para darte gracias.
Que
no haya venido no significa que no haya acordado de ti, eso también lo sabes. Estás
siempre presente en mí día a día, a todas horas, pues cada segundo que pasa es
otro motivo para seguir dándote gracias por estar viva y disfrutando de mi
familia, amigos, mis hermanos de la hermandad y tanta gente buena que nos
rodea. Por esto también gracias.
Sabes,
procuro estar al corriente de ti: de tus cultos, los de tu Hijo, los bellos
altares que montan en vuestro honor, lo “guapa” que estás siempre vestida y el
mimo con el que te tratan los priostes, las camareras, tu vestidor, todas las
cosas de la hermandad… Siempre me están enviando fotos tuyas, y cuando las
recibo es un nuevo momento de alegría, de tenerte presente, de un Ave María
Purísima… Que suerte los teléfonos móviles, que aunque no pueda levantarme del
sillón puedo disfrutar de ti. Qué maravilla de internet, de redes sociales, de
televisión… siento que tengo una ventana en mi casa que da directamente a la
basílica y estas tan cerca, tan cerca…
Cuantos
años sin venir y que emoción al pisar de nuevo el atrio, abiertas las puertas
de tu casa sabiendo que estás ahí y que voy a verte y besarte la mano. Me
temblaban las piernas, pero las ganas de estar contigo vencen todas las
dificultades y se sacan fuerzas no sé de donde… son más motivos para seguir
dándote gracias.
Que
impaciencia en la cola. Poco a poco fui recorriendo el camino hasta llegar ante
ti, despacio pero sin pausa, viéndote de lejos y poco a poco acercándome a tu
bendita imagen… ¡¡Que guapa estás Madre
mía!! Y por fin llego hasta el altar: ¿Cómo describir este momento? No importa
la espera, no importa el camino, solo importa estar a tu lado, y decir “aquí me tienes Madre…” ¿Cómo no darte
las gracias por estar de nuevo ante ti?
Tengo
que acordarme de la hermandad, de quienes están aquí cuidando que todo esté
perfectamente organizado en tu besamanos para que podamos disfrutar de tu
presencia, sobre todo los que estamos pachuchos, porque me han permitido
sentarme delante de ti para reponer fuerzas y tener unos minutos más para estar
contigo… Cuantas cosas que contarte, que decirte,…. Dile a tu Hijo que bendiga
siempre a todas estas personas y sus familias, que sean muy felices porque con
sus atenciones y su cariño nos han hecho muy felices a los que los años y la falta
de salud nos ponen difícil venir a verte. Muchas gracias por ellos.
Solo
una cosa quiero pedirte: que cuides de mi hijo. Quien mejor que tú, que sabes
lo que es ser madre, para entender lo que sentimos las madres. Porque el mundo
está muy loco y él es muy joven y tiene mucho que aprender, por eso de vez en
cuando dale una "miraíta" y deja que se agarre a tu manto para que te
sienta tan cerca como yo te siento a ti. Ampárale para que sea siempre un buen
macareno, que no es más que ser buena persona, buen cristiano y sobre todo
querer mucho a tu Hijo y a su Madre.
Ya
me tengo que despedir. Se hace tarde y llevo ya mucho tiempo en la calle, mucho
esfuerzo para mis débiles piernas. El esfuerzo de hoy me va a costar un par de
días de calmantes extra, pero no tengo dudas que ha merecido la pena. No sé cuándo
podré volver a venir a la basílica, pero sueño con ese nuevo momento de verte
de nuevo cara a cara, de poder rezar en tu presencia. Mientras llega ese día un
solo pensamiento en mi mente: gracias por ser nuestra Esperanza.
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