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Muchas son las
efemérides que cada año celebran las diferentes hermandades y cofradías de
nuestra ciudad, pues muchas son las hermandades que hoy día existen en la
misma. En estos días ha brillado con luz propia la Virgen de la Angustia de la
cofradía universitaria que celebra los 75 años de la llegada a la hermandad de
su bendita imagen. Dentro de los distintos actos celebrados para tal ocasión
hay que destacar el besamanos extraordinario celebrado en la capilla de la
antigua Fábrica de Tabacos, con un vistosísimo montaje en el que todo tiene su
razón de ser.
Llama la
atención que quizás sea la primera vez que la imagen del crucificado no
presidía el altar, cediendo todo el protagonismo del momento a la Santísima
Virgen y haciendo, si cabe, aún más extraordinario su besamanos. Para este
momento estrenaba un lujosísimo terno de saya, cíngulo y manto bordados en los que
merece la pena detenerse a observar.
Lo primero hay
que destacar el bordado, con un hermosísimo dibujo a base de hojas de roble,
laurel, tallos y pequeñas flores, con distintas técnicas, destacando las
cartulinas y el setillo, magistralmente ejecutados y conformando un conjunto de
bordados de tipo realeza o diplomático, como los que encontramos, por ejemplo,
en la capa imperial de Francisco I de Austria, en el manto de Napoleón I
emperador y también en muchos vestidos y sedas de su corte. Con esto ya ponemos
de manifiesto la figura de la Virgen como Reina y Señora de Cielos y Tierra.
Importantísimo reseñar
los colores elegidos para saya y manto: jacinto y celeste. No es una casualidad
pues el “rojo” es el color de los reyes y los cardenales y el “azul” es el
color con el que desde tiempos remotos se ha identificado a la virginidad. Son
los colores con los que tradicionalmente se representaba a la Inmaculada
Concepción y que muchos pintores han usado en su cuadros: Roelas, Herrera el
Viejo, Alonso Cano, Zurbarán, Velázquez y como no Francisco Pacheco, han
utilizado estos colores. Mención especial merece éste último, primitivo
nazareno de Sevilla y activista del movimiento inmaculista de la Sevilla de
1615 de “aunque le pese a Molina…” Si
bien en su obra “El arte de la pintura” aconsejaba pintar a la Inmaculada Concepción
según la forma como se apareció a Santa Beatriz de Silva, de blanco y celeste “vestida de sol, coronada de estrellas y con
la luna bajos sus pies”, Pacheco usa el jacinto y el celeste y de esta
forma podemos verla en casi todos sus cuadros, de entre los que hay que
destacar los que representó a la Inmaculada junto a otros grandes
“inmaculistas” del momento como Vázquez de Leca, Miguel Cid “Todo el mundo en general…”, o Bernardo
del Toro. Incluso Murillo, cuyas Inmaculadas son todas de blanco y celeste,
utiliza en algunos cuadros el jacinto para vestir a la Virgen, como en el cuadro
“La adoración de los pastores” del museo del Prado.
Recapitulando,
bordados de la realeza; colores inmaculistas; pero nos falta incorporar el
mundo universitario, imprescindible en la hermandad: para esto el techo de
palio, autentica reivindicación de la condición universitaria de la
corporación. Aparte su magnífico diseño, en él están representados los Santos
Patronos de las cuatro facultades existentes en la Hispalense cuando se realizó
y también figuran los escudos de Sevilla y las Santas Justa y Rufina, y la
Gloria representa a María como trono de la sabiduría divina.
Pureza, realeza
y conocimiento. Justa elección de elementos que dan sentido al besamanos en su
significado y a la vez en exquisita medida que llena el presbiterio sin
recargar el conjunto, buscando que el protagonismo sea exclusivamente de su
Angustia.
Quien por el
camino pase,
Vea si cabe
más dolor,
En la Cruz
del Redentor,
Que su madre
no guardase.
Hasta
respirar dejase
De honda
pena, mujer fuerte.
Muda la
razón, al verte,
Dulce cara,
el alma mustia,
Todo el
Gólgota es Angustia,
Cátedra de
Buena Muerte.
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