domingo, 24 de noviembre de 2019

Al servicio del tramo


Estar al servicio de los hermanos nazarenos entronca con la misión de atenta disposición a los hermanos que debemos tener todos los que somos miembros activos de una hermandad, como asociación de la iglesia que somos.

Personas. Las hermandades las formamos personas. Con sus defectos y virtudes, con sus penas y alegrías, con sus cualidades, personalidad, habilidades, capacidades,… Estas personas, cada una con su forma de ser, son las que, a la postre, hacen de la hermandad lo que es. Aunque cada una tenga su sello, su impronta y características según su historia y circunstancias, verá su imagen en función de la forma de actuar que tengan los hermanos que estén en ese momento llevando las riendas de la hermandad. Esto ya lo hemos comentado en ocasiones anteriores, y cada uno tendrá su visión particular en función de la propia experiencia al respecto.

Viene esta introducción a cuenta que días atrás el tuitero @cereroblog publicaba una foto de un canastilla con el mensaje “atento siempre al servicio de sus hermanos nazarenos”. Dicho tuit llamó mi atención pues, además de ser una verdad con mayúsculas, entronca con la misión de atenta disposición a los hermanos que debemos tener todos los que somos miembros activos de una hermandad, como asociación de la iglesia que somos, y puesto que uno de los fines principales en las hermandades es promover y fomentar lazos de unión fraterna entre los hermanos, como también expresaba en una colaboración de opinión en la web amiga @ElCostal.

El diputado es la persona que sacrifica su estación de penitencia, a pesar de vestir el hábito penitencial, en pro de que sus hermanos puedan disfrutar la salida en plenitud.

Ser diputado de tramo, o canastilla, o celador -pónganle ustedes el nombre que prefieran-, no debe constituir en ningún caso un signo de reconocimiento en gratitud a servicios prestados, ya que es un puesto de gran responsabilidad por ser parte de la organización y control de la cofradía, constituyendo además el eslabón fundamental entre la hermandad, como institución, y sus miembros, personalizados en cada uno de los nazarenos que forman el tramo y que realizan su estación de penitencia. El diputado es la persona que sacrifica su estación de penitencia, a pesar de vestir el hábito penitencial, en pro de que sus hermanos puedan disfrutar la salida en plenitud. De la buena labor del diputado no solo depende que el hermano vaya bien atendido en todo momento de la procesión, sino que pueda ver reforzado su sentimiento de pertenencia a la hermandad si encuentra, además, en su canastilla una persona afable, cercana, cariñosa y sencilla – lo que hoy llamamos empática- pues teniendo en cuenta que la mayoría de los nazarenos solo acuden a la hermandad para sacar la papeleta de sitio y salir de nazareno, si le mostramos una buena acogida seguramente sentirá la necesidad de acudir más a la hermandad por saberse bien recibido en su casa.

El nazareno es el ladrillo que construye, conforma y da cuerpo a los cortejos  aportando, además, su presencia en el culto a Dios ofrecido.

Porque el nazareno es la auténtica piedra angular de una estación de penitencia, independientemente del culto público tributado a Dios que le da su sentido, aunque también suele ser el gran olvidado y el principal damnificado en los retrasos e incidencias de la procesión. El nazareno es el ladrillo que  construye, conforma y da cuerpo a los cortejos aportando, además, su presencia en el culto a Dios ofrecido. El nazareno es alma de la hermandad, en tanto miembro de la corporación que es y la sostiene con sus cuotas y su trabajo -cuando es miembro activo de la misma-, y también porque es el reflejo en la calle de una vida de hermandad plena y saludable. Cuando una corporación tiene buen ambiente y actividad en su día a día, éste tiene su imagen proyectada en un nutrido cuerpo de nazarenos y una atmosfera de alegría, armonía y concordia que se transluce en los mismos y en los familiares, amigos y devotos que acompañan la procesión.

Cuidar al nazareno es cuidar a la hermandad, por eso mimemos a nuestros cuerpos de diputados, canastillas o celadores, dándoles la importancia que tienen y formándoles para que tomen conciencia de su auténtico ser y estén en todo momento al servicio de su tramo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario