Publicado en la web ElCostal.org
Seguramente al leer el título de este post pueda parecer que vamos estudiar las cofradías siguiendo las teorías científicas más avanzadas, aplicando los estudios de Einstein, Planck, Hawkins,… Ni vamos a convertir masa en energía, ni a inventar la máquina del tiempo que, dicho sea de paso, ya está más que descubierta en nuestra semana santa, pues solo hay que ir cualquier viernes a San Lorenzo para comprobar que, por mucho que pasen los años, la imagen es siempre la misma: la ciudad besando el talón de nuestro médico de cabecera. La realidad suele responder siempre a las explicaciones más sencillas y probables, como nos decía Ockham.
Vamos a ver el
espacio como la magnitud que nos indica el lugar que ocupa un cuerpo y su
cuantificación. En nuestro caso concreto nos va a representar la dimensión de
una cofradía, su longitud. El tiempo, en nuestro caso, es la magnitud que nos
indica la duración de un suceso particularmente el paso de una cofradía. ¿Y por
qué fijarnos en esta cuestión? Mucho se está debatiendo desde hace años con la
problemática existente, sobre todo en ciertos días de la semana santa, con el
cumplimiento de los horarios establecidos en la carrera oficial (y resto del
recorrido).
Quien peine
canas como yo, recordará las semanas santas de principio de los setenta, con
unos cortejos mucho más pequeños que los de hoy: la Macarena podría llevar en
torno a mil nazarenos frente a los tres mil de hoy día; o el Silencio que la
recuerdo con apenas doscientos nazarenos, siendo hoy más de mil… Este
crecimiento en la longitud de los cortejos, el Espacio, evidentemente conlleva una mayor duración de su Tiempo de paso, que aunque directamente
proporcional no necesariamente ha de suponer que el doble de nazarenos tarde el
doble de tiempo en pasar, pues es distinto el ritmo de andar de nazarenos y
pasos como todos sabemos. Ahora bien es imprescindible que exista “hueco” para
que los cortejos puedan avanzar dejando expedita la Campana, carrera oficial, o
el punto del recorrido donde se encuentren.
La primera
madrugada que vi en la calle fue el año 1973. Mi padre era nazareno del Gran
Poder desde que hizo la primera comunión hasta ese preciso año que dejó la
túnica en casa por enseñarle la madrugada a su hijo. Nos levantamos temprano a
las 4,30 de la mañana: una auténtica aventura para un niño de aquellos años…
recuerdo llegar a la plaza del Duque y estar el Señor de la Salud en la puerta
de “Lubre” (soy antiguo, lo reconozco). Superada la emoción del momento,
continuamos hacia calle Javier Lasso para disfrutar de la Virgen de la
Angustias con Campanilleros a la altura de calle Amor de Dios (obsérvese el
espacio que ocupaba la cofradía…). Detrás la Santa Cruz de Jerusalén, rompiendo
el alba, y Jesús Nazareno a la altura del pasaje de Villasís. No hay palabras
para la imponente efigie del Nazareno de Sevilla con el cielo celeste del alba.
La virgen de la Concepción en Orfila llegando a la capillita de San Andrés. Después
un cierto vacío en mi mente del lugar donde estaba cada una de las imágenes siguientes.
Aquel año el Gran Poder había rescatado la calle Cuna como prueba tras la “pescailla”
de años anteriores. Que decir ante la majestad del Señor. Su Madre del Mayor
Dolor y Traspaso, discreta como siempre cediendo protagonismo a su Hijo, pero
igualmente impresionante. El Señor de la Sentencia en los escalones del cine
Pathé y la Señora entrando en Cuna por el Salvador…. Aún nos dio tiempo de ver
entrar al Calvario a plena luz del Sol y admirar a la Esperanza en el Baratillo.
A quien tenga en mente la madrugada de hoy en día, estos tiempos le parecerán
imposibles, pero es que las cofradías de la época tenían la tercera parte de
los nazarenos de hoy…, la que más.
Si la cofradía
del Silencio en 1973 ocupaba desde el Pasaje de Villasís en Javier Lasso hasta
los Panaderos y el Ateneo, en 2015 ocupa desde la esquina de Javier Lasso con
Trajano hasta la Plaza del Salvador con Villegas…. ¿Vemos la importancia del
espacio? Imaginemos la longitud de las restantes cofradías. Esto, que parece de
perogrullo, recuerdo que cuando en uno de los últimos proyectos de arreglo de
la madrugada con un intento de Silencio, Gran Poder y Macarena por calle Cuna,
decíamos entre mi círculo íntimo: “es imposible”…, luego el Cecop nos dio la
razón.
Soy plenamente
consciente que, tras lo que trasciende a los medios de comunicación hay un
estudio concienzudo y pormenorizado, aunque al gran público no le llegue. Mis
recuerdos de aquel año de proyecto de vuelta de las tres cofradías por Cuna,
fue precisamente esa falta de transmisión de la información sobre estos
aspectos del tema, el espacio. En estos tiempos que hablamos de “cronograma”,
esto es donde está cada paso y Cruz de Guía de cada cortejo en cada momento,
con tanto desparpajo y naturalidad, tener que pararse a hacer una abstracción
mental de la situación de cada cofradía para intentar ver la viabilidad de la
propuesta resta credibilidad a la misma. Mi reflexión no busca la crítica por la
crítica, sino un punto de meditación que nos lleve a mejorar la situación
actual con total conocimiento de causa, que no dudo se haya tenido en cuenta,
pero que no se ha transmitido al gran público de forma clara. Pensemos,
reflexionemos y, sobre todo, seamos respetuosos con el espacio y el tiempo.
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