Desde finales de
noviembre celebramos el tiempo de adviento. Tiempo litúrgico de la Iglesia que nos
prepara para la venida de Jesús que con alegría celebraremos en la Navidad.
Foto vía Alvaro Dávila |
En este tiempo de
adviento, tiempo de espera del Niño Dios, recuerdo como en mi infancia
ilustrábamos esa impaciencia ante el nacimiento de Jesús con el calendario de
adviento. El mío era un portal de Belén con 25 ventanitas para los 25 días de
diciembre. Cada noche se abría una ventanita y tras ella aparecía desde la
Anunciación, el viaje de María y José en el borriquillo hasta Belén, y otros motivos
navideños hasta el día 25 que tras su ventanita se ocultaba el Niño recién
nacido. Año tras año reutilizábamos el calendario y año tras año con la misma
ilusión de niño que el día que por primera vez lo estrenamos. Nuestros hijos
tienen también sus calendarios de adviento pero hoy son más sofisticados,
detrás de cada ventanita se oculta una chocolatina con las formas de adornos y
figuras propias de este tiempo y que además de la ilusión de descubrir que hay
detrás de cada una de ellas hace la espera mucho más dulce.
Foto: Juan J. Caravaca |
Pero en esta tierra de
María Santísima en cada una de las fiestas del Señor nos buscamos la manera de
celebrarla con su Madre, que no en vano nuestra ciudad es Mariana. Empezamos
diciembre cantando a voz en grito que “Todo el mundo en general, a voces Reina escogida,
diga que sois Concebida Sin Pecado Original”, y tornando el morado propio del
tiempo en azul purísima de baile de seises y coplas de Eslava y Torres. Y en un
abrir y cerrar de ojos nos damos cuenta que ese celeste privilegio de la ciudad
se torna en el verde más exquisito para
acompañar esa espera del Señor.
Porque, en Sevilla, al
adviento le llamamos Esperanza.
Foto: Cristina Paradas |
¿Qué mejor manera de
esperar al Niño Jesús que acompañando a su Madre? ¿Y qué mejor nombre para la
Madre del Redentor que Esperanza? Esperanza que es la Gracia de ser la Madre de
Dios; Esperanza es ser la Divina Enfermera que nos cuide en todos nuestro
males; Esperanza por estar en cuerpo y alma junto a la Trinidad Divina;
Esperanza que se hace exclamación – Oh! – en las antífonas de adviento y
candelá en calle Castilla; Esperanza marinera que nos ayuda a levantarnos cada
una de las veces que caemos en esta vida; y Esperanza que con solo su mirada
torna las penas en gozo y que la única forma de describirla es llamarla
Macarena.
Si lo pensamos bien no
se trata de celebraciones distintas de la Virgen, sino una única celebración
que prolongamos durante todo el adviento: es la Llena de Gracia que nos regala
Esperanza para que nuestro paso por la vida sea más llevadero y dichoso hasta
llegar a Jesús. Cuando depositamos el beso (veneración) en la mano de la Virgen, no hacemos
sino anticipar el beso (adoración) que en la Misa del Gallo y en el día de Navidad daremos
al Niño Jesús cuando lo recibamos entre nosotros.
En esta Esperanza y en
esta alegría quiero desearte, a ti que lees estas letras, una Feliz Navidad en
compañía de tu familia y amigos, y los mejores deseos para el próximo año 2021,
que venga cargado de salud, dicha y felicidad.
Porque, en Sevilla, al
adviento le llamamos Esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario