lunes, 7 de diciembre de 2015

El Espíritu Santo está sobre Tí...

De la serie "De Jacinto y Celeste" num.11


El inefable Dios, cuya conducta es misericordia y verdad, cuya voluntad es omnipotencia y cuya sabiduría alcanza de límite a límite con fortaleza y dispone suavemente todas las cosas, eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola ella se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual tan maravillosamente la colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios.

Con estas palabras comienza la Bula Ineffabilis Deus del Beato Pio IX con la que quedaba promulgado el dogma de la Purísima Concepción de María que toda Sevilla celebra en estos día y muy especialmente la Primitiva de los Nazarenos que hace apenas tres meses renovamos en cabildo general aquel solemne voto de defensa de ésta entonces piadosa creencia hace 400 años.

Cuatro siglos proclamando que quien es la Gloria de los Nazarenos fue preservada de toda mancha, porque estaba tan Llena de Gracia que no había sitio en ella para nada mas, y como continuación a dicha celebración que es fiesta grande en la Hermandad cada año, la priostía nos regala un extraordinario y novedoso altar en el que con solo la imagen de María Santísima (de Jacinto y Celeste) se nos pone de manifiesto que  Dios siempre está junto a Ella.

Foto Jose Manuel Morán Sanchez @JMMoran94
La Santísima Trinidad es una sola en este altar, como efectivamente así lo proclamamos en el Credo en cada Eucaristía. Dios Padre, Omnipotente y Omnipresente esta sobre "todo" en la pintura mural en lo más alto del presbiterio. Dios Hijo es indisoluble a tan digna Señora, pues todos los méritos que el Altísimo le concedió fue por ser la Madre del Dulcísimo Nazareno. Y Dios Espíritu Santo aparece sobre Ella en el altar. Dios, Espíritu Santo, que es la persona de la Trinidad por la cual actúa el Padre en estos tiempos postevangélicos. Y que siempre estuvo junto a María.

Foto vía Antonio Comas Perez
Porque en el primer Pentecostés, la Encarnación del Hijo de Dios, el ángel Gabriel dice a María: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios” (Lc.1,35-36). También le dice a José: “No temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrá por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt.1, 20b-22).

Porque cuando María saludó a Isabel, ésta “se llenó del Espíritu Santo, y clamó con fuerte voz: ¡Bendita tú entre las mujeres…! y su niño saltó de gozo en sus entrañas. Y María proclama el Magnificat,... (Lc.2, 41-57).

Porque cuando nace Jesús, la luz del Espíritu Santo inunda el Portal de Belén, envuelve a los pastores y guía a los Magos hasta Belén.

Porque en las bodas de Caná María, movida por los dones del Espíritu Santo, se dirige suplicante a su Hijo: “No tienen vino” y luego a los servidores: “Haced lo que Él os diga”. Y Jesús realiza su primer milagro (Jn. 2, 1-12)

Porque solo el Espíritu Santo puede dar fuerzas a María junto a la cruz de Jesús y ser testigo de su testamento en las Siete Palabras (Jn. 19, 25)  Así también María es testigo de su Gloriosa Resurrección, que los primitivos celebramos con “azahar”…

Porque finalmente y junto a los Apóstoles fue testigo de la venida del Espíritu Santo prometido por Cristo y que ya está con nosotros hasta el fin de los tiempos. (He.1, 14).

Este Pentecostés es el inicio de la actividad misionera de la Iglesia y María está presente en ella tal y como estuvo presente en el nacimiento de Jesús: como Madre por obra del Espíritu Santo

Mañana besaremos su mano; antes habremos celebrado en Ella el misterio Pascual de su Hijo, pero siempre, cuando estemos ante sus plantas, al verla tan Llena Gracia, no podremos evitar repetir en nuestro interior: “Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo”.
Foto via Antonio Comas Perez


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