miércoles, 16 de marzo de 2016

Silencio y Misericordia

De la exaltación a la Semana Santa de Pedrera 2016 celebrada el 13 de Marzo.
"XX SIGLOS DE PASION"


Al oír esto, Pilato preguntó si ese hombre era galileo. Y habiéndose asegurado de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió. Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato. (Lc 23, 6 y 11)


Pilato mandó entonces azotar a Jesús. (Jn 19, 1)

Guardas silencio, Señor: sereno, paciente, humillado y escarnecido guardas silencio.

Silencio ante tus acusadores a quienes solo respondes a algunas de sus preguntas, de forma corta, escueta pero con la contundencia de quien alberga en sí toda la razón del mundo. Mención especial tu silencio ante Herodes, quizás quien más irónico se muestra contigo, Señor, seguramente por el temor que le producía Tu persona tras lo sucedido con Juan el Bautista. Y ahí estás, Señor, en silencio.

Como también guardas silencio en el cruel castigo de tu flagelación. Ni una palabra, ni un mal gesto, ni un lamento, ni un solo comentario en contra de tus verdugos. Solo silencio y soportando hasta el final las brutalidades de tu injusta condena ante el desprecio de todos y el abandono de los tuyos.

Pero no te rindes, Señor. No te das por vencido mientras no hayas disuelto el pecado y superado todos los rechazos con compasión y misericordia. Porque, precisamente, es la misericordia la fuerza que todo lo vence y llena de amor el corazón. Misericordia divina que se muestra en la infinita paciencia de Dios ante quienes le torturan y se mofan de Él. ¿No va a tener infinita paciencia con nosotros?  Como dice el Santo Padre: “Dios siempre tiene paciencia, nos comprende, nos espera y no se cansa de perdonarnos  si sabemos volver a Él con arrepentimiento”.

Tan grande es la misericordia de Dios que envió a su Hijo, nacido de Santa María Virgen, para revelarnos de manera definitiva su amor: porque quien ve a Jesús Nazareno, ve al Padre (cfr. Jn 14,9); quien ora ante el Señor Yacente, ora al Padre; quien venera al Santo Cristo, adora al Padre. Porque es el Hijo con su palabra, sus gestos y toda su persona quien revela la misericordia del Padre.

“Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.” (Sal 84)


Mi Señor, silencio guarda,
Santo Cristo, escarnecido,
En tu alma, malherido,
Ni la burla te acobarda.
Oh!, Dolores, salvaguarda
Del Sepulcro que custodia.
Esperanza, Paz, concordia
Que, Jesús, ha transmitido,
Don, que en uno, nos ha unido,
Todo es Misericordia.
 

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