Publicado en el Blog "El Sanedrín" de la web ElCostal.org
Foto www.veracruzsevilla.org |
Creo que no me
equivoco al afirmar que todos hemos oído a nuestras madres decir aquello de “mas sabe el diablo por viejo…” y como
es lógico el niño que escucha dicha frase no alcanza a entender su significado
hasta que las canas empiezan a poblar su cabeza. Cuestión parecida nos ocurre
en los años escolares cuando los profesores de física nos bombardean con
principios, reglas y leyes pero no somos capaces de aplicarlos a la vida diaria
y ver por ejemplo a Gay-Lussac cuando, por el frio invernal, baja la presión de
las ruedas del coche, o ver a Ohm cuando enchufamos una alargadera sin terminar
de desenrollarla y ésta se calienta.
Cuestión parecida
ocurre con los cuentos y libros infantiles a los que uno les empieza a sacar
rendimiento cuando cuanta los años por varias decenas. Precisamente quisiera
fijarme hoy en el sombrerero loco de Alicia, celebrando permanentemente el “no
cumpleaños” en lugar de celebrar el cumpleaños, que solo es un día al año.
Visto de niño, es una maravilla y superdivertido tener 364 días de fiesta y con
regalos a tener uno solo, pero con los ojos de adulto el concepto me lleva más
allá.
En nuestras hermandades
y cofradías somos muy dados a centrarnos en el día de la estación penitencial:
nos hacemos con un rico patrimonio material tanto en los pasos; bordados;
orfebrería; exornos florales muy estudiados, a veces, incluso, de un año para
otro; un cuidadísimo acompañamiento musical y ni que decir tiene de las
multitudes que habitualmente acompañan el discurrir de la procesión. Frente a
esto nos encontramos con los restantes días del año en que las sagradas
imágenes no se nos presentan con la suntuosidad del día de la salida, a veces
hasta sin flores que adornen sus altares y en muchas ocasiones nos aguardan en
la soledad de las capillas y parroquias a que vayamos a visitarlas.
Decir que el tiempo
vuela no es baladí y por eso, quienes nos vamos haciendo mayores, para poder
disfrutar en toda su intensidad nuestra semana santa hemos de hacerlo viviendo
la hermandad en su día a día, y así frente a la apoteosis de la estación
penitencial, disfrutar ese rato de íntimo diálogo con Jesús y María en la media
luz del diario de una capilla; con esas convivencias en la casa de hermandad
junto a los hermanos durante y después del trabajo realizado; conociendo y
aprendiendo de cofrades de otras hermandades compartiendo nuestras experiencias
y diferentes modos de hacer las cosas pero que en el fondo no es sino dar
gloria a Dios a través del culto y la trasladar alegría a los demás a través de
los hermanos, lo que en suma es evangelización.
Como el sombrerero
loco celebremos todos los “no cumpleaños”, vivamos cada día, cada momento, cada
alegría y cada pena en unión de nuestros hermanos, hagamos una fiesta del
trabajo en la hermandad en común con todos, y así, cuando llegue el día del “cumpleaños”,
habiendo dado lo mejor de nosotros compartiéndolo con los demás, habremos
conseguido un auténtico y pleno sentimiento de hermandad que ya no distinguirá
un sí y un no cumpleaños, sino que hará del año entero en una fiesta plena y
sin igual.
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