lunes, 22 de julio de 2019

Julio: "Flos Carmeli"




Desde 1946 Sevilla ostenta en su escudo el título de Mariana, solicitado por la Hermandad de San Bernardo a petición de su hermano mayor D. Antonio Filpo Rojas. Dicho título no es casualidad, y aunque hoy haya quien no le guste, el mismo responde al carácter de la urbe y al recuerdo que siempre tiene en todos y cada uno de los momentos del año a la Madre del Señor, incluso convirtiendo algunas fiestas del misterio de Dios en celebraciones propias de la Stma. Virgen, como ejemplo la del  Espíritu Santo que nosotros personalizamos en la Stma. Virgen del Rocío.

En todos y cada uno de los meses del año tenemos el constante recuerdo de la Virgen María, pero en alguno de ellos dicho recuerdo es constante, de principio a fin, como ocurre en Julio que, aunque lo comencemos con la función votiva al Santo Crucifijo de San Agustín y lo terminemos con las fiestas de Santiago y Santa Marta, todo el mes queda marcado con la celebración de la Virgen del Carmen y la fiesta de los Padres de tan excelsa Señora, incluyendo la mas famosa Velá de la ciudad.

La devoción a la Flor del Carmelo como la llamó San Simón Stock, superior de los carmelitas en el siglo XIII, procede del siglo anterior cuando un grupo de ermitaños inspirados por el profeta Elías se retiraron a vivir al Monte Carmelo en Palestína, fundando allí una iglesia en honor a la Stma. Virgen María, constituyendo con ello el germen de la Orden Carmelita. Tras la conquista árabe de Tierra Santa en el siglo XIII se trasladan a Europa, llegando a Sevilla en 1358 y asentándose en la Casa Grande del Carmen en la calle Baños, hoy desamortizado y convertido en Conservatorio Superior de Música pero manteniendo la Orden amplia presencia en varios Conventos de la ciudad en sus diferentes ramas: frailes y monjas (primera y segunda orden) tanto calzados como descalzos.

A la Virgen del Carmen, patrona de la Orden Carmelita, la llamaron “Estrella del mar” (Stella Maris) y por este motivo es patrona de los marineros, pescadores y la Armada Española, que usaban tradicionalmente las estrellas como medio de orientación, siendo precisamente ésta su vinculación tan íntima con el barrio de Triana, por los marineros y gentes del mar que habitaban en torno a su antiguo puerto. La devoción a la Virgen del Carmen está también íntimamente ligada al escapulario y las ánimas benditas del purgatorio, pues cuenta la historia que, ante serias dificultades de la Orden, San Simón Stock rezaba continuamente a la Virgen pidiéndole protección, apareciéndosele la Señora  y entregándole el escapulario de la Orden con esta promesa: “Este es un privilegio para ti y todos los carmelitas, quien muriere con él no padecerá el fuego eterno”.

Si grande es la presencia carmelita en la ciudad, mas grande es la devoción que la ciudad profesa a la Virgen del Carmen, no solo en los cuatro conventos existentes, sino en las muchas hermandades de Gloria y Penitencia que veneran a tan excelsa Señora, extendiéndose dicha devoción a los nuevos barrios que se ha ido creando, porque es el pueblo quien tiene imbuida en su interior la devoción a la Stma. Virgen del Carmen, heredada directamente de nuestros mayores quienes nos la han trasmitido, así como la tradición del escapulario que llevamos como protección de nuestra alma, siendo en muchos casos – como el mío- en forma de medalla que pasa de padres a hijos y que aglutina en la misma el escapulario del Carmen y el “detente” del Sagrado Corazón de Jesús, ante quien siempre decimos En vos confío.

Ésta es la devoción que nos pregona el mes de julio y la que quiero resaltar en éstas breves líneas: la aprendida de nuestros padres y abuelos y que apoyamos en las imágenes de la Stma Virgen ante las que participamos en las eucaristías dominicales en el Buen Suceso o Santo Ángel, en las Teresas o calle Santa Ana. Las refrendadas en los besos ofrecidos a las manos de la Virgen en San Gil, Calatrava, Omnium Sanctorum y Santa Catalina. La de las Salves y Avemarías en las procesiones en San Leandro, Su Eminencia, San Pablo. Y sobre todo en la señal de la cruz que hacemos al cruzar el puente de Triana al llegar al Altozano y que culminamos en la Parroquia – Catedral del barrio – donde despedimos el mes de julio uniendo a la Virgen del Carmen el amor grande a su madre – y Abuela de Dios – Señora Santa Ana.

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