De los tres
fines y pilares fundamentales que conforman nuestras hermandades es el culto el
primero de ellos por ser el que vertebra y da razón de ser a las mismas como
asociaciones de fieles que nos reunimos a meditar en torno a un misterio de la
pasión del Señor. Muchos son los actos de cultos y piedad popular que las
hermandades tenemos a lo largo del año pero quisiera fijarme en el que
tributamos directamente a la real presencia sacramental de Dios en la eucaristía.
La adoración
eucarística siempre ha tenido un papel protagonista en los cultos de nuestras
hermandades pues, aunque desde la reforma litúrgica del Vaticano II se puede
celebrar la eucaristía por las tardes al reducir el tiempo de ayuno para la comunión
a una hora, antes de dicha reforma los cultos se realizaban sin misa, con
exposición mayor de S.D.M. ante quien se rezaba la estación al Santísimo al
exponerlo, Santo Rosario, se cantaban las coplas propias de cada hermandad, la
homilía centro del culto, y culminando el mismo con la Bendición Solemne y Reserva. El último
día se finalizaba con la procesión claustral, que aun conservamos en
la mayoría de hermandades. Hoy en día celebramos los cultos diariamente con la
Eucaristía pero, en recuerdo de esta forma preconciliar, muchas hermandades
suelen tener exposición diaria antes de la misa o al menos exposición el último
día con la procesión claustral que antes mencionamos. Muchas hermandades están
acogidas al Jubileo Circular de las 40 horas como culto de adoración a Dios en
la Eucaristía, bien coincidiendo con alguno de sus cultos de regla, bien
uniéndose al mismo cuando le toca a la parroquia donde residen, máxime si son
sacramentales. En otras, como el caso de mi hermandad de Vera+Cruz, constituye un
culto aparte de honda significación para nosotros, pues por la fecha que nos
corresponde a finales de Julio supone el sonoro colofón y cierre definitivo del curso cofrade
previo al mes de vacaciones que sirve para todos los arreglos y mantenimientos
que requiere nuestra capilla y que no se pueden hacer durante al año.
En breve nos centraremos en este
Jubileo pero antes debemos detenernos en la significación que, en sí, tienen las
especies eucarísticas. El cuerpo y la Sangre de Cristo en las especies de pan y
vino tiene su auténtico sitio en la propia celebración de la Eucaristía pues, es en la
misma donde no solo recordamos la pasión, muerte y resurrección del Señor, sino
que en dicha celebración actualizamos el sacrificio del cordero pascual,
volviendo a realizarse la muerte y resurrección de Cristo sobre el altar con
todo el beneficio de la Salvación y, posteriormente, dándose a comer a los
fieles en las formas de pan y vino uniéndose Dios a nuestro ser. Este es el
verdadero lugar de las especies eucarísticas, donde adquieren su auténtico
sentido, pero la necesidad de disponer del cuerpo de Cristo para administrar el
viatico a los enfermos introdujo la reserva de la sagrada forma en el sagrario
y por añadidura se incorporó la costumbre de exponerlo en adoración para que
los fieles pueden reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo y sea
una invitación a unirnos de corazón con él.
El jubileo circular
de las 40 horas es un culto de adoración al Santísimo Sacramento. La adoración eucarística de las Cuarenta
horas, tiene su origen en Roma, en el siglo XIII, teniendo un sentido
penitencial como expiación ante los pecados, siendo las cuarenta horas el tiempo
que estuvo Cristo en el sepulcro. En el siglo XVI tuvo un gran impulso en Milán
por parte de San Carlos Borromeo siendo S.S. Clemente VIII, en 1592, quien fija
las normas para la realización de este jubileo, y S.S.
Urbano VIII en el S.XVII quien extiende esta práctica a toda la Iglesia.
El nombre de Circular
es porque al terminar la Adoración en una Iglesia, que dura tres días, el jubileo
debe comenzar en otra iglesia de la misma ciudad, sin interrupción, excepto los tres
últimos días de Semana Santa (Triduo Pascual: Jueves, Viernes y Sábado Santo)
por la liturgia especial de dichos días.
Se le llama
Jubileo por las indulgencias y privilegios que la Santa Sede le ha concedido:
Indulgencia Plenaria, una por cada día del Jubileo en las condiciones
acostumbradas y rezando 6 padrenuestros, avemarías y glorias uno para cada una
de las Cinco Llagas del Señor y el último por las intenciones del Romano Pontífice.
También se puede ganar indulgencia parcial para uno mismo o por los fieles
difuntos, bien sean conocidos o en sufragio de las almas del purgatorio.
Como comentaba
anteriormente el jubileo en Vera+Cruz, aparte de corresponderse con el
auténtico final de curso, es un culto íntimo y recogido pues las especiales
fechas que son (lo acabamos de celebrar) hace que sean pocos los hermanos que acuden
por ser época vacacional. Este recogimiento e intimidad hace que, por un lado
sea especialmente devota la adoración al Señor y por otro que se estrechen
verdaderos lazos de hermandad entre los que participamos en el mismo por los
especiales vínculos que se crean por esta relación tan personal, unidos a la
multitud de anécdotas que podemos vivir. Hubo años en que podíamos hacer turnos a mediodía
para no tener que cerrar la capilla a mediodía y que estuviese el Señor
acompañado en todo momento, cuestión ésta que era posible por los que teníamos la
fortuna de vivir en los aledaños de la capilla, siendo una circunstancia que dificulta hoy
día la vida de las hermandades de centro. El transcurso de los años hace que se
note especialmente la falta de los hermanos que ya están en el jubileo eterno
de la presencia divina, sobre todo de aquellos que compartimos adoración al
Santísimo en hermandad.
Amigos cofrades,
vayamos al jubileo. Compartamos con nuestros hermanos esta oportunidad que nos brinda
la Iglesia de estar junto al Señor. Pues con ello no solo estaremos alabándole y
dando gracias, sino que además cumpliremos con uno de los pilares básicos de nuestras
hermandades, que es el hacer las cosas en comunidad, compartir momentos de
convivencia con nuestros hermanos y estrechar lazos con ellos, y sobre todo
teniendo presente que, además que estemos reunidos en su nombre, verdaderamente
sentiremos su presencia, porque Dios está aquí.
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