jueves, 8 de agosto de 2019

Cambios


Un nuevo verano, y van varios, vuelve a saltar la noticia que la semana santa necesita una reorganización. Esto ni es nuevo ni a nadie coge de sorpresa, de hecho muchos de nosotros esperábamos que volviese a saltar la liebre en este periodo vacacional, como efectivamente ha sucedido, en este caso en la entrevista al Sr. Teniente de Alcalde de Fiestas Mayores.

La semana santa tal y como la conocemos es el resultado de muchas y diversas adaptaciones que han tenido lugar a lo largo de los años: desde 1340 año de la fundación de la Hdad del Silencio o 1356 en que realiza la primera estación de penitencia, muchas son las hermandades que se han creado, han desaparecido, se han fusionado, han ido modificando la forma de realizar la penitencia pública a tenor de los cambios religiosos, políticos, sociales sucedidos a lo largo de los años que han ido conformando el modelo actual que, por supuesto, no tiene por qué ser definitivo.

En la actualidad, al igual que en otros momentos anteriores, las razones que motivan los cambios que habrán de venir son fundamentalmente de espacio y tiempo, como ya apuntaba en una reflexión para la web amiga ElCostal.org. El espacio que ocupan los cortejos en la actualidad y el tiempo que necesitan su discurrir son muy diferentes a los de la semana santa de nuestra infancia y juventud, consecuencia directa del crecimiento en las respectivas nóminas de las cofradías y el incremento del número de hermandades que realizan estación de penitencia. No es mi intención ni pretendo hacer ningún tipo de plan salvador maravilloso que venga a poner una solución mágica, pero si quisiera pensar en voz alta.

Las dimensiones de los cortejos tienen más importancia de lo que nos puede parecer. Viéndolos de forma aislada quedaría en una mera anécdota, pero al considerar todas las cofradías de la jornada pueden dar lugar a numerosos conflictos como nos viene ocurriendo históricamente en la madrugada con la famosa “pescailla” o el juego de la serpiente de los móviles de hace algunos años. Esto nos lleva a pensar que el cumplimiento de muchas reglas de las cofradías de ir por el camino mas corto puede resultar paradójico por cuanto que los mismos pueden llevar a cruces imposibles sobrevenidos por las dimensiones de los cortejos antes comentados. Si miramos la historia de la geografía urbana de la semana santa podemos comprobar como se han ido adaptando los recorridos y como actualmente se siguen haciendo, y habrá de hacerse en un futuro a corto medio y seguramente largo plazo.
 
Lo que si tengo claro es que no se trata de una mera cuestión puntual de las cofradías afectadas, sino que “todos” hemos de poner de nuestra parte para que el resultado final sea satisfactorio para el conjunto. Se trata del “bien común” por encima del “bien particular”, algo que en muchos ámbitos no parece tener importancia.

Seguramente la mayoría que podáis leer estas breves líneas no estéis de acuerdo conmigo, como ya dije no se trata de ninguna varita mágica, sino de un pensamiento en voz alta que solo espero nos sirva de reflexión, dejemos de marear la perdiz, y nos mueva a poner nuestro granito de arena que pueda dar respuesta a la situación actual, porque si no lo hacemos quienes estamos implicados y nos gusta y nos mueve el corazón, otros vendrán que nos impondrán los cambios, y no olvidemos lo que decía el recordado Chaves Nogales que “los dos enemigos natos de la Semana Santa sevillana son el cardenal y el gobernador“, y sin las hermandades no habría Semana Santa, que ni es obra de curas ni de gobernantes, sino de los cofrades: del pueblo que las creó, que las mantiene a lo largo de los siglos y que si no le ponemos remedio podría ser también quien le ponga punto y final.

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