Publicado en el Blog "El Sanedrín" de la web ElCostal.org
Os escribo esta
carta, mis queridas hijas, porque habéis cumplido ya los 14 años y habéis
jurado las reglas de la hermandad. En nuestro mundo cofrade esto es llegar a la
mayoría de edad, dejáis de estar en el lado de los niños para pasar al de los
mayores, vestiremos juntos el habito
penitencial y desde ahora jugáis en
primera división.
Porque vestir la
túnica, que a todos nos hace iguales, nos ayuda a buscar nuestro interior para
poder pensar y meditar sobre la Pasión del Señor, llevando la Cruz a imagen del
Nazareno o dando Luz a su camino. Túnica que nos hace estar revestidos de
Cristo acompañándole, tras la Santa Cruz de Jerusalén, en su caminar hacia el
calvario mientras vamos a buscarle en su real presencia del Sacramento
Eucarístico, en unión de nuestros hermanos, al monumento de la catedral cada
viernes santo, y a la vez cada uno en su propia soledad interior mientras
hacemos examen de nosotros mismos y hablamos con El en ese peregrinar a la
“Jerusalén de la ciudad”, pero hemos de tener siempre presente que los
“primitivos” debemos “vestirnos de nazareno” no solo en semana santa, sino cada
día del año, pues hemos de ser imitadores de Jesús Nazareno y esto es dar
ejemplo de buenos cristianos, lo que en definitiva no es más que ser buenas
personas y ser transmisores de alegría entre nuestros semejantes.
Jugar en el
equipo de los mayores es recoger el testigo que ellos nos dejaros y seguir su
ejemplo. Sois continuadoras de la herencia que de ellos recibimos hace casi 700
años y es nuestra obligación seguir su tarea, para que así como vosotras ahora
la recibís, también podáis transmitirla a vuestros hijos y a las generaciones
futuras.
Nuestra bandera,
la autentica “gloria de los nazarenos”, es la proclamación y defensa de la
Pureza Inmaculada de María, quien por Gracia especial del Altísimo está tan “Llena
de Gracia” que no hay lugar en Ella para el pecado, ni siquiera el original.
Sed siempre Luz para nuestra Madre Celestial, “la más bella nazarena”, y Espada
para quien ose mancillar su nombre.
Esta es vuestra
hermandad, vuestro legado recibido. Cuando estéis en el patio y os nombren para
ir a vuestro sitio en la cofradía, cuando digáis “está”, tened presente a todos vuestros hermanos que forman en las
filas junto a vosotras incluyéndome a mí, porque desde ahora ya no somos padre
e hijas, sino hermanos todos en Jesús Nazareno, y recordad también a todos los
que también dicen “está” en el patio
del Cielo, pues de ellos aprendimos, y aunque físicamente les echemos de menos,
siempre les sentimos junto a nosotros porque viven en nuestro recuerdo y
nuestra memoria.
Es vuestro
momento y de vosotras depende cuidar la hermandad para que perdure. Ahora
disfrutadla junto a vuestros hermanos. Por mi parte solo me queda deciros que
os quiero y que os deseo una Buena Estación de Penitencia.
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