Publicado en el Blog "El Sanedrín" de la web ElCostal.org
Que la ciudad se
nueve por el sentimiento es algo que puede resultar gastado, “manido”, e
incluso cansino, pero precisamente de esa certeza se alimenta todo el año. A
través de esos recuerdos las personas se unen al espíritu de la ciudad
fundiendo su propia identidad a la de sus vecinos, barrios e instituciones, las
hermandades y cofradías y la iglesia en general, pues no olvidemos que una
grandísima parte de nuestros usos y costumbres vienen marcados por una
tradición de siglos de pertenencia a las mismas, haciendo además las hermandades
una relación simbiótica con las familias de integración mutua que marca la
identidad de ambas en sus formas y maneras de ser. Una de estas costumbres muy
nuestra y arraigada es la de presentar a los recién nacidos a la Santísima
Virgen y ponerlos bajo su amparo y protección.
Quien escribe
también puso sus hijas al cuidado de “Por la que Reinan los Reyes”, en parte
por haber tenido la fortuna de bautizarlas en la “pila” de la Catedral y
también por una devoción aprendida en los Maristas visitando a diario a esa
Virgencita de los Reyes, la más sevillana, a quien todos los meses de mayo
ofrecíamos sonrientes, como toda Sevilla, un canto valiente porque si algo
aprendimos de los hermanitos del Padre Champagnat es que a Jesús se llega por
María.
Uno de los
momentos más emocionantes que he tenido la suerte de presenciar fue hace muchos
años, una mañana de viernes santo, soleada y esplendorosa como son los buenos
viernes santo de Sevilla, en la calle Laraña ante el paso de la Stma Virgen de
las Angustias. Allí, en una parada del paso se acercó una familia con su hija
recién nacida vestida con su alba túnica y capa, autentico batón de cristianar
de cofrades maneras, y ante su paso la presentaron a la Stma Virgen poniéndola
bajo su protección. He de confesar que nunca he olvidado este momento, pues es
la manifestación de fe más sencilla, sentida y sincera que he podido ver.
Si Dios quiere,
este año serás tú, pequeña María, quien sea presentada ante la Madre que huele
a canela y clavo. Este año serás tú, que has bendecido a tu familia con tu
llegada hace muy pocos días y espero que con un pan bajo tus bracitos, porque
tu madre en la tierra no va a dejar pasar ni un solo segundo sin ponerte bajo
su manto. No sé si podrá esperar al viernes santo o será cualquier tarde en el
Santuario, pero estoy seguro que así será. Y así nuevamente cumpliremos el rito
no escrito que nos marca el corazón en
ese momento íntimo y entrañable de la más perfecta comunión entre la familia y
la Virgen. En ti, pequeña María, están representados todos los niños que son,
han sido y serán presentados ante nuestra Madre del Cielo, y en ti ponemos de
manifiesto que como esa niña años atrás, y cada uno ante la imagen de su
devoción, todos nos ponemos a tus plantas, Señora, porque todos necesitamos
estar Bajo tu Amparo.
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