lunes, 7 de octubre de 2013

La formación liturgica de nuestros acólitos


(Publicado en Febrero de 2009 en el Boletín "Cruz de Guia" de la Hdad del Sagrado Descendimiento de Montilla -Córdoba- con motivo de haber participado una representación de la juventud de esta Hdad. en el Curso de Liturgia para Acólitos organizado por la Hdad de la Santísima Veracruz de Sevilla y celebrado el 22 de Noviembre de 2008)


El pasado 4 de diciembre, se cumplieron 45 años de la promulgación del primer documento del Concilio Vaticano II, la Constitución sobre Sagrada Liturgia Sacrosantum Concilium. Tras este periodo transcurrido, este documento tiene su máxima vigencia, pues si lo leemos cuidadosamente apenas si hemos comenzado a sacarle fruto. No es este un punto que nos deba extrañar: en una institución bimilenaria,  45 años no es un periodo de tiempo suficiente para que la gran transformación que se vive en la Iglesia este totalmente asumida y consolidada, sobre todo en el pueblo santo de Dios. En las próximas líneas, quisiera reflexionar brevemente en la dimensión formativa que nos abre la misma.

Liturgia es una palabra que procede del griego clásico (leitourgía)  originalmente indicaba la obra, acción o iniciativa asumida libremente por una persona o familia a favor del pueblo. Así pues, en la Iglesia, adquiere este significado pues todo en la acción litúrgica se orienta a favor del pueblo uniéndolo a Dios por medio de Cristo, quien siempre está presente en el sacrificio de la Misa (bien en la persona del Ministro, bien en las especies eucarísticas (pan y vino); está presente en su palabra, pues cuando en la Iglesia se lee la sagrada escritura, es él quien habla, cuando alguien se bautiza, es Cristo quien se bautiza, “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mt, 18,20) (SC 7).

Una de las bases sobre la que se asienta la reforma del Vaticano II es la participación de los fieles: plena, activa y consciente en las celebraciones litúrgicas (la propia naturaleza de la liturgia lo exige al ser dirigida hacia el pueblo), pues por el sacramento del Bautismo el pueblo cristiano tiene derecho y obligación a ello ya que la liturgia es la fuente primaria y necesario de donde se ha de beber el espíritu verdaderamente cristiano necesitando, por tanto, una formación adecuada. (SC 14). Las celebraciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones del Pueblo Santo congregado y ordenado bajo la dirección de los Obispos, siendo por tanto “Sacramento de Unidad” (SC 26) y esta unidad se consigue a través de la plena participación en las mismas a través de las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y también las acciones, los gestos y posturas corporales, guardando además, a su debido tiempo, un silencio sagrado (SC 30)

Los acólitos, lectores, comentadores y cuantos pertenecen a la Schola Cantorum, desempeñan un auténtico ministerio litúrgico, debiendo ejercer su oficio con la sincera piedad y orden que conviene a tan gran ministerio. Por ello, es preciso que cada uno esté profundamente penetrado del espíritu de la liturgia y sea instruido para cumplir su función debida y ordenadamente. (SC 29)

El último tercio del siglo XX supuso un giro trascendental en la vida de nuestras hermandades y Cofradías. Aparte de otros cambios, y al hito que supuso la aparición de las cuadrillas de hermanos costaleros y las bandas de música, hay que sumar la incorporación de los hermanos jóvenes como integrantes de los cuerpos de acólitos que acompañan a nuestras sagradas imágenes en la estación penitencial, que poco a poco también fueron incorporados para ejercer la funciones propias en los cultos anuales.

Los que hemos tenido la suerte de participar como acólitos en los cultos de nuestras hermandades, recibíamos la justa formación que en cada momento el miembro de Junta de Gobierno correspondiente nos podía aportar, complementado con la experiencia personal de cada uno, normalmente por lo aprendido al participar en los cultos de nuestra hermandad.

Pese a lo anteriormente expuesto, es cierto que ha existido siempre una gran laguna formativa sobre el tema litúrgico que ha abarcado desde los propios jóvenes que hemos actuado como acólitos hasta los miembros de Junta que nos tenían que dirigir, signo evidente que la Constitución sobre Sagrada Liturgia aún no ha calado todo lo hondo que debiera. Para subsanar esto, la Junta de Oficiales de la que me honro en pertenecer, tiene como una de sus prioridades la formación de los hermanos, sobre todo en su dimensión litúrgica, y así acometimos la tarea de preparar un curso para nuestros acólitos con el que dar a conocer los fundamentos de la liturgia, así como la propia estructura de la celebración eucarística, imprescindible para ejercer correctamente las funciones del servicio del altar.

Los objetivos que nos marcamos al diseñar esta experiencia son los siguientes:

Ø  Formar a nuestros hermanos jóvenes en el conocimiento de la Liturgia y en la Celebración de la Eucaristía, como eje principal de nuestros cultos en los que toman parte como acólitos.

Ø  Presentar los instrumentos para que nuestros cultos se adecuen a la liturgia actual y al espíritu del Concilio Vaticano II.

Ø  Sensibilizarles de la importancia de su participación en las celebraciones como asistentes del Altar y la motivación que la misma ejerce en el resto de hermanos animando la participación activa de toda la comunidad.

El pasado 22 de Noviembre, realizamos la primera edición de este curso que pretendemos continuar en años sucesivos en base a la necesidad de formación hacia nuestros hermanos y a la altísima participación en el mismo de mas de 30 Hermandades de Sevilla y su provincia, y además de Hermandades de las provincias de Jaén, Cádiz y Córdoba, contando con una nutrida representación de vuestra Hermandad, gracias a la cual podemos compartir vivencias e inquietudes y estrechar lazos fraternos entre nuestras respectivas corporaciones. Esto ha sido posible gracias a contar con la colaboración de la Fundación Juan Moya, constituida en recuerdo de los cofrades sevillanos Juan Moya García y Juan Moya Sanabria y cuyo fin es la formación de los cofrades. Es nuestra intención complementar esta formación con otras acciones dirigidas a nuestros hermanos mas pequeños que actúan como monaguillos en los cultos y en la estación penitencial, ya que son los futuros acólitos de nuestras corporaciones.

Afortunadamente, el trabajo realizado esta dando su fruto, porque independientemente de la importante participación en la sesión formativa, numerosas Hermandades y Parroquias nos han solicitado los materiales utilizados en el curso y esto es importante sobre todo porque la autentica formación es la que realizamos en el seno de nuestras Hermandades, porque es nuestra comunidad y donde sabemos que necesidades particulares tenemos. Por tanto nuestra tarea adquiere tanto más valor cuantas más corporaciones y comunidades puedan beneficiarse de ella para ponerla en el seno de las mismas.

Se puede decir que hemos cumplido los objetivos que inicialmente nos habíamos marcado, porque como ya hemos explicado se ha “formado” a los asistentes en el conocimiento de la Liturgia y en la celebración de la Eucaristía, en la que participan como acólitos (servicio del altar); se les ha facilitado numerosa bibliografía y sitios de consulta en internet donde poder seguir profundizando sobre el tema; y se ha tratado en todo momento de hacerles ver que los acólitos como “ministros del altar” que son,  tienen un papel importantísimo en la celebración eucarística, bien por el ministerio que desempeñan, bien por el ejemplo que, con el ejercicio del mismo, dan a la comunidad cristiana, Asamblea constituida en cada Hermandad que celebramos juntos los misterios del Señor.


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