(Publicado en "Al Pie de la Cruz" Boletín núm 22 de cuaresma del año 2012 de la Real y Venerable Hermandad y Cofradía de Penitencia del Stmo. Cristo del Descendimiento de la Santa Cruz y Ntr. Sra. de los Dolores de Cádiz)
Nuestras Hermandades y Cofradías
centran su razón de ser en tres aspectos que, además de ser fundamentales de
por “si”, se complementan entre ellos formando el cuerpo y corazón de éstas: me
refiero a “Culto, Formación y Caridad”.
El Culto, es el fin primero de
nuestra hermandades, que se plasma en cultos internos: Quinario, triduo, etc.…
y culto externo: nuestra anual Estación de Penitencia. La Formación debe ir
dirigida a todos los hermanos, siendo su objetivo hacer de ellos mejores
personas y mejores cristianos.
Quisiera, no obstante centrarme
en el tercer, y no por ello menos importante, de estos aspectos: La Caridad. Desde los comienzos de
la Iglesia,
la caridad esta recogida fundamentalmente en el auxilio a los necesitados, como
podemos ver en la obras de misericordia: “dar de comer al hambriento, dar de
beber al sediento,…” Con el paso del tiempo se ha ido ampliando el término
caridad a favor de “Acción Social”, constituyendo a la caridad en el
representante del mayor mandamiento social: el respeto al otro y sus derechos,
exige la práctica de la justicia e inspira una vida entregada de sí mismo
“Quien intente guardar su vida la perderá, y quien la pierda la conservará”.
(Lc 17,33) Solo la caridad puede cambiar completamente al hombre y dicho cambio
conlleva acción y oración: no basta rezar por lo pobres, por la paz en el
mundo, sino que hay que participar en acciones encaminadas a lograr tales fines.
San Pablo en su carta a los Corintios explica que de todas las virtudes humanas
la más grande es la caridad, y nos añade: “si no tengo amor, no soy nada”
identificando de esta manera a la caridad como el centro del hecho cristiano.
De igual forma Jesús ha cumplido la ley en el Mandamiento del Amor, desvelándonos
que para salvar la vida hay que ofrecerla, según veíamos anteriormente, y que
la verdadera alegría está en “el darse”, por tanto la caridad es el corazón de
la fe cristiana y constituye la clave de compresión de la Doctrina Social de la Iglesia.
La Iglesia desarrolla su
Doctrina Social tomando como punto de partida la encíclica “RERUM NOVARUM” de
SS León XIII (15/5/1891) que se ha ido actualizando en otras sucesivas
encíclicas como “POPULORUM PROGRESSIO” de SS Pablo VI (1967) sobre el
desarrollo de los pueblos en la que nos indica las claves de un desarrollo
integral del hombre y de un desarrollo solidario de la humanidad. En la
encíclica “LABOREM EXERCENS” de SS Juan Pablo II (1981), la dedica al trabajo
como bien fundamental para la persona, factor primario de la actividad
económica y clave de toda la cuestión social. La encíclica “SOLICITUDO REI
SOCIALIS” de SS Juan Pablo II (1988) vuelve a tratar el tema del desarrollo, la
situación dramática del mundo contemporáneo, centrada en la situación fallida
del tercer mundo y las condiciones y las exigencias de un desarrollo digno del hombre. La encíclica
“CENTESIMUS ANNUS” de SS Juan Pablo II (1991), conmemora el centenario de la
“Rerum novarum” y pone de manifiesto la reciprocidad entre Dios y el hombre, es
decir, reconocer a Dios en cada hombre y a cada hombre en Dios.
SS Benedicto XVI en la encíclica
“CARITAS IN VERITATE” (2009) fundamenta el desarrollo humano integral en la Caridad y en el Amor. El
Amor es la fuerza extraordinaria que mueve a las personas a comprometerse con
valentía y generosidad en el campo de la justicia y la paz, siendo Dios el
origen de esta fuerza. Cada uno acepta el proyecto que Dios tiene sobre él para
realizarlo plenamente, encontrando su verdad en dicho proyecto y al aceptarla
se hace libre. Por tanto, defender la verdad y testimoniarla en la vida, son
formas exigentes e insustituibles de la Caridad.
De esta forma Benedicto XVI nos identifica la caridad como la
vía maestra de la doctrina social de la Iglesia: el anuncio de la verdad del amor de
Cristo en la sociedad. Existe una relación muy profunda entre el anuncio de
Cristo y la promoción de la persona en la sociedad. El testimonio de la caridad
de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo forma parte de la
evangelización, porque a Jesucristo, que nos ama, le interesa todo el hombre.
La doctrina social de la Iglesia tiene una
importante dimensión interdisciplinar, permitiendo desempeñar una misión de
eficacia extraordinaria en el ámbito de la investigación científica y su
valoración moral. Permite a la fe, a la teología, a la metafísica y a las
ciencias encontrar su lugar dentro de
una colaboración al servicio del hombre. La doctrina social sostiene que
se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y sociabilidad,
de solidaridad y de reciprocidad también dentro de la actividad económica ya
que es una actividad del hombre y por tanto debe ser articulada e
institucionalizada éticamente.
La doctrina social de la Iglesia
siempre ha mantenido que la justicia afecta a todas las fases de la actividad
económica, puesto que en todo momento tiene que ver con el hombre y sus
derechos: obtención de recursos, financiación, producción, consumo,… todas las
fases tienen implicaciones morales y por tanto toda decisión económica tiene
consecuencias de carácter moral. La doctrina social de la Iglesia ofrece la
visión del hombre “creado a imagen de Dios” (Gn 1,27), lo que nos lleva a la
inviolable dignidad de la persona humana y la trascendencia de las normas
morales naturales. La religión cristiana y las otras religiones pueden
contribuir al desarrollo solo si Dios tiene su lugar en el mundo actual, bien
en su dimensión cultural, económica, social, y como no en la política. SS
Benedicto XVI, siguiendo el magisterio de sus predecesores como hemos visto,
nos invita a hacer nuestro el “proyecto de Dios” y vivir el amor (caridad) comprometiéndonos
con la verdad y en el ámbito de la justicia y la paz.
Y ¿cómo en nuestras hermandades
ponemos en práctica todo esto? Pues casi desde sus orígenes están trabajando en
este sentido, la mayoría de las veces con más sentido común que doctrina pero
siempre siguiendo estas directrices. Cada una emprende distintas acciones según
su realidad geográfica: localidad, barrio, comunidad parroquial (Caritas
Parroquial), su propio núcleo de hermanos….
Nuestra Hermandad tiene en la actualidad distintas líneas de actuación
bien de por sí: asistiendo a la Comunidad de Pobres
Clarisas Capuchinas del Convento de Santa Rosalía, así como a la Comunidad Franciscana
de la que formamos parte, así como atendiendo directamente a personas con
necesidad, sean hermanos o no, cuando tiene conocimiento de la misma -pago de
hipotecas, luz- situación ésta que hemos visto incrementada en los últimos
tiempos de crisis; dedicando el 0,7% de nuestros ingresos a alguna acción
social exterior, siendo en los últimos años con el proyecto Fraternitas,
colaborando con la acción social conjunta que llevamos las distintas
hermandades del Lunes Santo entregando ayudas económicas a dos instituciones
benéficas al año, una en vísperas de Navidad y otra en vísperas de Semana
Santa; y también colaborando con el economato social sostenido por las
hermandades del Distrito Casco Antiguo.
Estos son solo algunos ejemplos,
y cada hermandad tiene los suyos propios. Continuemos trabajando según las
directrices marcadas por el magisterio de la Iglesia, y que sus frutos sean visibles cuanto
antes, puesto que de la actual situación solo saldremos con el esfuerzo de
todos.
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