domingo, 12 de enero de 2014

Las Coplas de Culto

Aunque durante todo el año disfrutamos de cultos en nuestras hermandades es, desde el inicio del año con el quinario al que es nuestro Gran Poder hasta Semana Santa, cuando se suceden la inmensa mayoría: triduos, quinarios, septenarios y novenas que conforman esa Semana Santa íntima y única de los cultos. Dentro de ellos ocupan un lugar especial las coplas que la gran parte de las Hdades. tienen dedicadas a sus titulares y se interpretan en los mismos. Hoy día, como norma, se suelen interpretar en la comunión pues casi todos los cultos se celebran con la Eucaristía, pero antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II en 1965 y al no celebrarse la Eucaristía por las tardes ya que había de guardarse el ayuno para la comunión desde las 12 de la noche del día anterior, el esquema de dichos cultos era totalmente distinto; actualmente el ayuno es solo de una hora antes de la celebración.

Según decíamos antes del concilio el orden de los cultos solía ser, Exposición Mayor de S.D.M. rezándose una estación menor, el Santo Rosario y las oracione propias del ejercicio que se celebrara; posteriormente y mientras salia el predicador invitado por la hermandad se cantaban las coplas dedicadas a la imagen a cuya Honra, Memoria y Veneración estuviese dedicado el culto; incluso algunas hdades poseen varias coplas a su titular, alternándose las mismas cada uno de los días, o bien tenían varias letras interpretándose cada día una distinta. Tras la Copla, salia el predicador revestido de sotana y roquete con su estola quien se dirigía al púlpito normalmente acompañado de dos hermanos de la Hdad, costumbre ésta que aun se mantiene en algunas Hdades en la procesión de entrada a la Eucaristía de cada uno de los días del culto. Tras la prédica el sacerdote volvía a la sacristía a prepararse para dar la Bendición Solemne con el Santísimo, momento en el que se cantaban los Christus Factus Est o los Stabat Mater, segun fuese el culto al Señor o la Virgen, y para la bendición cada día se interpretaba un Tantum Ergo de los muchos compuestos por los grandes maestros de Capilla de nuestra Patriarcal Iglesia y los Alabados para la reserva.

La publicación en 1903 del motu proprio "Tra le Solicitudini"de SS San Pio X en el que ordenaba la música que se debía interpretar en las funciones religiosas,  y se prohibía expresamente el estilo teatral que imperaba en la misma fue un revés para este genero musical, por cuanto estas composiciones suelen tener un marcado carácter lírico (opera o zarzuela), e incluso las hermandades mas pudientes solían contratar para sus cultos a los cantantes que venían a Sevilla en la temporada de zarzuela, y también para la interpretación del Miserere de Eslava el Miércoles Santo en la Patriarcal Hispalense, siendo de imborrable recuerdo la participación en el mismo de tenor navarro Julián Gayarre.

Con esta entrada quiero iniciar una serie dedicada a las coplas de culto de nuestras hermandades; algunas muy antiguas, cuyos autores han sido siempre poetas y músicos de gran renombre en nuestra ciudad, entre los que cabe citar a Miguel Hilarión Eslava o Joaquín Turina, pasando por Manuel Font Fernández o Vicente Gómez Zarzuela, entre los músicos; y a Juan Francisco Muñoz y Pabón; José Lamarque de Novoa o Joaquín y Serafín Alvarez Quintero entre los letristas.

En cualquier caso y aun en su importancia como obras de renombre, son piezas en su mayoría poco conocidas circunscribiéndose fundamentalmente al ámbito de su hermandad, por ello, y para que tengan el reconocimiento que merecen, abrimos el legajo musical para disfrutar de este apasionante género de oración cantada con el que, según nos decía San Agustín, rezamos dos veces.

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