Manuel
Sánchez del Arco en su “Cruz de Guía” nos dice que primero fue la retórica a la
que muy pronto se le impuso la plástica. Los “místicos” no llegaban al pueblo;
bien es cierto que no siempre fueron bien estudiados, ni sus obras gozaron de
una gran difusión en su momento, teniendo en cuenta que entre místicos y
ascéticos son numerosísimas las obras escritas, y que como dijo Menéndez y
Pelayo “No hay sistema de Teología que pueda encerrar todos los modos por donde
lo divino se manifiesta al alma”. Lo mejor de todo es lo que queda fuera de
esta enorme biblioteca, que es lo que las hermandades recogen y nos transmiten:
que “Cristo ha muerto explicando una lección de amor universal”.
Pasado
el tiempo, cuando apenas queda memoria de los escritos, ahí están las
hermandades impresionando con la misma fuerza que en los siglos XVI y XVII con
sus imágenes procesionales. No es que la imagen tenga más importancia que los
escritos, si no que en tiempos donde la cultura no era patrimonio de todos,
allí es donde las imágenes llevan y transmiten su mensaje. Fiel al espíritu de
Trento la hermandad tiene en la imagen la forma de hablar al pueblo. La
plástica ha dado en Sevilla su mejor y más amplia lección sirviendo a la
religión en el punto más alto de meditación
que podía ofrecer: La Pasión.
Foto: Miguel Villoslada @Miguel_Villos |
La
contemplación de Cristo Crucificado sirve para captar más fácilmente el
significado del dolor inmenso e injusto sufrido para la salvación del hombre.
La devoción al Santo Crucifijo adquiere una singular relevancia en las iglesias
dedicadas al misterio de la Cruz y muy especialmente en los conventos. Al paso
por las altísimas bóvedas catedralicias y en la estación ante el monumento las
cofradías adquieren una severidad claustral. En los lugares donde se veneran
reliquias del Lignum Crucis aún se magnifica esa devoción a Cristo en la Cruz.
Precisamente la Orden Seráfica, por ser los guardianes y custodios de Tierra
Santa, fueron los principales difusores de las reliquias del Santo Madero y por
consiguiente del culto a la Verdadera Cruz.
Foto: Jose Manuel Moran @JMMoran94 |
Ser
crucero es algo que va mas allá que el ser hermano de una Hermandad. Ser crucero
es un sentimiento: es una opción de vida, seguramente la mejor elección que
podamos hacer (¿no es verdad Quico?).
Pero realmente la Veracruz no viene impuesta, quizás ni siquiera se
elige; suele llegar como algo puramente casual. El ser crucero es algo que te
atrapa y te envuelve, y una vez ese sentimiento ha penetrado en ti, ya no te
abandona nunca. Porque al final nuestra elección es aceptar esa cruz que cada
día se nos ofrece y se nos regala en ese abrazo de brazos abiertos de quien
lleva más de quinientos años diciéndonos: “Toma tu cruz y sígueme”
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