Hablar de futuro a día de hoy se presume
algo caprichoso teniendo en cuenta que sufrimos una enfermedad nueva de la que
no tenemos más información que la que podemos ir adquiriendo en el día a día, por
lo que cualquier previsión a futuro se antoja cercana a la elucubración, pero
de lo que creo que no tenemos ninguna duda es que nada será igual que antes.
Vivimos una situación
que nunca hubiésemos siquiera imaginado, una pandemia mundial que nos mantiene
en casa paralizando la vida en el mundo y que, junto con la tragedia de tantos
contagiados y fallecidos, ha alterado nuestra forma de vivir, sentir y
relacionarnos y que marcará un antes y un después en nuestra historia. Ya
estamos teorizando sobre cuáles deberían ser dichos modelos a futuro, aun
cuando no estamos en condiciones de saber realmente cual será nuestra forma de
vida a partir de ahora. Si miramos a la historia muchos han sido los
acontecimientos sociales, políticos, religiosos y también de salud que han hecho
de la semana santa lo que es en la actualidad (sigo fijándome en las formas
conocidas hasta 2019, puesto que el futuro aunque sea inmediato aun no nos es
conocido). Hablamos de corporaciones que varias de ellas ya existían en el
medievo y cuyo gran impulso lo recibieron a raíz del concilio de Trento en el
siglo XVI. En 1604 el cardenal Niño de Guevara instauró la obligación de ir a la Catedral a las
hermandades de “Sevilla” y a Santa Ana las de Triana. Ese año también se
instauró el cabildo de toma de horas y se prohibió a las mujeres practicar la “disciplina”.
En 1649 Sevilla
padeció la terrible epidemia de peste que asoló la ciudad. Si bien fue un año
sin semana santa con copiosas y abundantes lluvias que anegaron la ciudad, tuvo
en contrapartida numerosas procesiones extraordinarias y de rogativas para pedir
por el fin de dicha epidemia, algo totalmente contrario al pensamiento del
siglo XXI. Hubo Corpus solemne, todo lo que permitió la escasa población que
quedaba en la ciudad. El dos de julio salió el Santo Cristo de San Agustín, devoción
secular de la ciudad que ante el alivio experimentado por la ciudad desde
aquella salida le celebra en dicho día función de acción de gracias de acuerdo
al voto emitido por la corporación municipal del momento y que se mantiene en
la actualidad. El cuatro de Julio procesionó la Sacramental del Sagrario con el
Santísimo bajo palio, y una semana más tarde lo haría la del Divino Salvador.
En Septiembre procesionó la Virgen de la Hiniesta a la Catedral donde permaneció
hasta el día quince. Y qué decir de lo que fue la salida de la Virgen de los
Reyes de la que quedan las crónicas de Ortiz de Zúñiga.
Foto: Jose Campaña @JoseCampanaF Cinturon de Esoarto @CEsparto |
Dando un salto
en el tiempo nos fijamos en el siglo XIX que también estuvo marcado por
diferentes sucesos. En primer lugar le brote de fiebre amarilla en 1800 que
obligó a la Junta General de Sanidad a cerrar las puertas de la ciudad en
septiembre de ese año y por tal motivo hubo también numerosas procesiones de
rogativas: San Gil Abad, San Fernando, Santas Justas y Rufina, San Sebastián, y
como no también El Gran Poder, el Señor de la Sentencia, Humildad y Paciencia o
Jesús de las Tres Caídas de San Isidoro, La Virgen del Valle o la del Rosario
de Montesión, y por supuesto la Virgen de los Reyes. También en este siglo se
produjo la invasión francesa de 1808 a 1810, y entre 1820 y 1825 se produjo el
periodo más largo sin cofradías fruto de los avatares políticos con la
alternancia del liberalismo y absolutismo. En 1836 la desamortización de Mendizábal
supuso la pérdida de muchos bienes de la iglesia. También el periodo
anticlerical en la revolución de 1868 que solo en Sevilla supuso el cierre de
nueve conventos y once parroquias así como la destrucción de cuarenta y nueve
iglesias. En 1849 se instalan en el palacio de San Telmo los duques de
Montpensier, quienes dieron un fuerte impulso a la semana santa favoreciendo
hermandades como Montserrat o la Lanzada. En este año vuelve a procesionar la
hermandad de los Negritos, Pasión lo había hecho algunos años antes, y
posteriormente la Soledad o las Siete Palabras. En 1850 los duques de
Montpensier promueven la celebración de una procesión con diversos pasos de
varias cofradías, lo que sería el Santo Entierro Grande que volvería a
celebrarse en 1854. Es a finales de este siglo con la restauración borbónica
cuando las cofradías resurgen en número y esplendor y se empiezan a considerar
como atractivo turístico para la economía de la ciudad.
El siglo XX también
está plagado de sucesos. Durante la Segunda República se vivieron días de
enfrentamiento político y social que supuso la ausencia de procesiones en 1932
salvo la hermandad de la Estrella que hizo su estación con los altercados ya de
sobra conocidos por todos. El año siguiente fue un año en blanco, y en 1934 ya
volvieron a salir algunas hermandades. Tras estos difíciles años, en 1965 el
Cardenal Bueno Monreal aprobó la realización de una Misión General con el
traslado de numerosas imágenes a diversas barriadas de la ciudad. Los años
siguientes hasta la actualidad también han supuesto un auge con el nacimiento de
nuevas corporaciones, muchas en los barrios de la ciudad y que también se han
ido incorporando a la carrera oficial, hasta que en este año 2020 volvemos a
tener un año en blanco por la tragedia que vivimos.
Hablar de futuro
a día de hoy se presume algo caprichoso teniendo en cuenta que sufrimos una
enfermedad nueva de la que no tenemos más información que la que podemos ir
adquiriendo en el día a día, por lo que cualquier previsión a futuro se antoja
cercana a la elucubración, pero de lo que creo que no tenemos ninguna duda es
que nada será igual que antes. Habrá que estar pendientes de la evolución de la
pandemia, de que tengamos o no vacuna para la misma, de las diferentes medidas
que se vayan tomando para volver a la vida y actividad normal e ir aprendiendo
y tomando buena nota para lo que haya de
venir en el futuro cercano de la semana santa. Centrémonos de salir de este
horror, dediquemos un recuerdo a los fallecidos como merecen y no se les ha
podido dar, trabajemos por salir de la gran crisis en la que estamos, y cuando
llegue el momento y tengamos información veraz tomemos decisiones sobre los
modelos a seguir.
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