miércoles, 1 de abril de 2020

En hermandad


Todo cobra un valor especial cuando, gracias las redes sociales, se nos ofrece la oportunidad de mantener esa tertulia imprescindible antes y después de los cultos que nos hace ser hermandad.

Cuando escribo estas líneas es martes de la semana de pasión. Si, digo bien: semana de pasión. Soy plenamente consciente que, según la liturgia actual, estaríamos hablando del martes de la V semana de cuaresma. Si lo digo así tendría usted que pararse a pensar, pero si le digo martes de pasión recibimos la certeza inmediata que el próximo domingo es domingo de ramos. Una vez en situación, vista la cercanía de nuestros días señalados y la situación actual podríamos entrar en un bucle depresivo, no exento de razón, porque es precisamente estos momentos previos en donde la actividad en las hermandades llega a su culmen, y en las casas la actividad se vuelve frenética dando los últimos retoques a túnicas, capirotes, espartos, cíngulos, trajes, ropa de fiesta y de serio, llenando las despensas y preparando de comer para que los días que vienen estén dedicados por entero a disfrutarlos con la familia, amigos y con los hermanos de cofradía.

Pues justamente de toda la actividad de esta semana previa a la semana santa: cultos, montajes, besapiés, besamanos, montajes, incluso las primeras estaciones de penitencia, he de confesar que lo que más me falta son los momentos antes y después que pasamos con nuestros hermanos y son los que ponen en valor todos los actos de la hermandad incluida la estación de penitencia. La individualidad del hermano pasa a un segundo plano en tan que, al celebrar todos juntos con el mismo fin e intención, aunque vayamos en silencio bajo la túnica, es un acto comunitario en que se pierde el yo y se encuentra la hermandad. Es justo al igual que sucede en la música coral: se pierde la voz individual de cada uno de los componentes del coro y aparece la voz única de la formación musical (aplíquese esto mismo para las bandas de música, cornetas, agrupación o capillas). Por eso es tan importante el abrazo de los nazarenos deseándonos buena estación, el rito de la paz en la eucaristía, o las convivencias antes y después de los cultos, porque perdemos la voz individual para que aparezca la voz de la hermandad.

¿Y cómo podemos vivirlo en estos días de forzada reclusión? A través de las redes sociales y medios de comunicación podemos seguir los distintos cultos, meditaciones, ejercicio de las cinco llagas, viacrucis, ángelus (en Vera Cruz lo enviamos grabado una familia diferente para sentirnos unidos aún en la distancia), por supuesto la misa dominical… Y todo cobra un valor especial cuando, gracias a los siempre terribles grupos de whattsapp y otras redes sociales, que en esta ocasión nos ofrecen la oportunidad de mantener esa tertulia imprescindible antes y después de los cultos que nos hace ser hermandad.

Pues sí, el próximo domingo es domingo de ramos y empieza la semana santa. No hay que esperar un año, eso solo para quien se queda con el cucurucho de las procesiones y no disfruta el contenido del mismo que es lo que le da sentido y valor: la celebración de la pasión muerte y resurrección del Señor, y sobre todo celebrarlo en unidad con nuestros hermanos. Y esto último, aunque sea a distancia, lo tenemos al alcance de la mano.

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