Un año más, el
inicio del verano ha venido marcado por nuevos procesos electorales en las
hermandades y los que se presentan en el inicio del nuevo curso. Con sombras,
con luces, a veces con campañas más
copiadas de los usos políticos que de los modelos tradicionales cofrades,
estrategias, videos, publicidad, tres cuartos al pregonero quizás buscando más
el impacto en los de fuera que en los propios hermanos; promesas electorales:
algunas posibles, otras imposibles por no depender su cumplimiento del
candidato que las hace; programas y declaración de intenciones, la mayoría de
sota caballo y rey que multiplicado por tantas hermandades se convierte en un
cansino círculo.
En la web amiga El
Costal,
tuve la ocasión de compartir una reflexión sobre como entiendo que debe ser un miembro de junta de gobierno, y hay
un aspecto sobre el que me gustaría pararme en esta ocasión siendo, a mi
entender, uno de los más importantes en el quehacer de una junta de gobierno como
es preparar bien los relevos.
Las personas no
somos eternas, pasamos, y nuevas generaciones de cofrades van tomando las
riendas de las hermandades. En mis titantos años en el mundo cofrade he tenido
la suerte de haber pertenecido a varias juntas de gobierno, de haber trabajado
tanto dentro como fuera de las mismas y he tenido la gran fortuna de compartir estas
tareas, en estos últimos años, con hermanos que formaban parte del grupo joven
en mis primeras juntas, cumpliéndose casi siempre que la savia nueva supera a
los que les precedimos.
Es muy
importante que cuidemos y velemos por la formación de los jóvenes de hoy, no
solo en cuanto a lo que formación religiosa y litúrgica nos compete por el tipo
de asociaciones que somos, sino a nivel de gestión interna de nuestras
corporaciones. Si bien el punto inicial de contacto de la juventud con los
entresijos de la hermandad suele ser a través de la priostía, donde nos
iniciamos en el arte del “tarnishield” y bicarbonato y alcohol para la limpieza
de plata, y del “politus” para las maderas, es importante también el
acercamiento a la secretaria donde antes poníamos etiquetas y sellos a los
sobres y mientras tanto escuchábamos a los secretarios despachar los diferentes
asuntos de la hermandad, correspondencia, actas, libros de hermanos, etc. Del
mismo modo en Mayordomía, sellando y preparando las participaciones de la
lotería de navidad, colaborando en la venta de estampas y fotos en las mesas
dispuestas a tal fin en los besamanos y el día de la salida procesional.
Colaborando en las diferentes diputaciones en las diferentes tareas que les
competen, lo que hace que, además de colaborar en la actividad diaria de la
hermandad,
Pero si es
importante que desde las “juntas” se cuide y se forme a la juventud, no lo es
menos que la juventud ha de estar también dispuesta a trabajar codo con codo
con los oficiales de las juntas de sus hermandades, y en esto tengo constancia
de una mayoría de jóvenes que se integran en su hermandad, siendo muy
importante que desde las corporaciones se busquen las formas para que, cuando
las circunstancias personales y el paso de la vida de estudiante a la de
trabajador sea una realidad se procure buscar los medios para que estos jovenes no se
distancien de la hermandad y sigan integrados activamente en ella.
No se trata de
hacer una lista de sucesión programada de por vida en las juntas. Partimos de
la premisa que todo hermano tiene el derecho de presentarse como candidato a
miembro de junta como explicaba en el post que mencionaba al principio de esta
reflexión. Lo fundamental es tener hermanos bien formados, preparados y
dispuestos a tomar las riendas de la hermandad cuando llegue el momento para
que, de esta manera, puedan perpetuarse las corporaciones en muchos más años de
historia.
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